Hay un viejo chiste acerca de tres individuos atrapados en el desierto, muertos de hambre. Tienen una lata de comida - pero no la pueden abrir. El primero de ellos es ingeniero, usa un palo como palanca y una piedra como fulcro y… no pasa nada. El segundo es físico, hace algunos cálculos, deja caer la lata desde una altura predeterminada a un ángulo cuidadosamente calculado y… no pasa nada. Finalmente, el tercero es economista, mira la lata y dice: "OK, tengo la solución. Asumamos que tenemos un abrelatas".
Un chiste similar se podría contar acerca de los que han trabajado en lo que denominamos – con más esperanza que precisión – el "proceso de paz" en Oriente Medio. Diplomáticos y negociadores han exhortado a Israel para que entregue tierra (Gaza, por ejemplo) por paz. Se han centrado en negociar lo fácil pensando que eso daría "impulso" para llegar al final a un acuerdo global. Han tratado de "crear confianza" entre las partes del conflicto, como si todo fuera solamente un gran malentendido. Y han asumido tener líderes que en realidad no existen como una forma de conjurar una realidad más deseable.
Todos y cada uno de estos planteamientos han fracasado y si aquellos que estarán a cargo del portafolio de Oriente Medio en la administración Obama quieren entender el porqué, deberían tomarse el tiempo de escuchar al extraordinario periodista palestino Jaled Abu Toameh. Hace poco dio una entrevista sobre una serie de temas a un grupo de americanos que visitaba Israel y que incluía a Michael J. Totten quie colgó la transcripción en su imprescindible página web,
Entre otras cosas, Toameh aclara lo tontos que pueden ser los expertos. En los años 90, por ejemplo, los negociadores de paz "juntaban a todos los combatientes de la OLP repartidos por el mundo, sacaban a miles de combatientes de la OLP de prisiones israelíes, les daban uniformes y armas y los llamaban fuerzas de seguridad. El resultado era que personas que nunca habían recibido ninguna formación básica, que nunca habían terminado la secundaria, se convertían en coroneles y generales de la Autoridad Palestina de Arafat".
Arafat robó miles de millones de dólares donados por americanos y europeos para ayudar a los palestinos. Parte de ese dinero fue a parar a cuentas bancarias extranjeras y a la esposa de Arafat que vivía a lo grande en París. Parte de ese dinero no sirvió para construir hospitales y colegios palestinos, sino que por el contrario fue a parar a bares, restaurantes y casinos – justo enfrente de un campo de refugiados. Toameh comentaba que "el hecho de que Arafat fuera deshonesto no era una sorpresa para los palestinos. Lo sorprendente era ver que la comunidad internacional le seguía dando dinero y se negó a que rindiera cuentas cuando se estaba robando nuestro dinero".
La corrupción y el mal gobierno de Arafat, a los que le siguieron la indecisión y debilidad de su sucesor, Mahmud Abbás, sirvieron para radicalizar a los palestinos y para preparar el camino de la victoria electoral de Hamás que llegó bajo las banderas del "cambio" y de la "reforma". Pero según su interpretación fundamentalista del islam, Hamás también está comprometido a la "resistencia" - otra forma de decir que su meta no negociable es la exterminación de lo que considera el infiel estado de Israel.
"Hamás no va a cambiar" dice Toameh. "Toda la gente que cree que un día Hamas va a cambiar su ideología y que saldrán líderes pragmáticos de entre sus filas, está viviendo en las nubes. Hamás no va a cambiar. Les honra haber sido tan claros en su mensaje. Es el mismo mensaje en árabe y en inglés. Están siendo sinceros al respecto".
Después de tantos pasos en falso, ¿cuáles son las posibilidades ahora? Toameh piensa que es hora de pensar en pequeño, de buscar formas de controlar el conflicto, en vez de tratar de resolverlo todo a la vez con algún gran plan que sea similar a ésos otros presentados en elaboradas ceremonias durante los últimos años en lugares como Anápolis, Taba, Camp David, Oslo y Madrid.
Este conflicto no es solamente de palestinos e israelíes, ni siquiera de árabes y judíos. "Irán, Siria, Hizbolá, al-Qaeda, la Yihad Islámica, los Hermanos Musulmanes, toda esta gente está desempeñando un papel muy negativo en esta parte del mundo" dice Toameh. "Irán quiere luchar hasta el último palestino".
Toameh ofrece algo de guía: "Si yo fuera un judío israelí, iría donde los palestinos y les diría, 'Miren, estoy dispuesto a darles un estado palestino y la mayoría israelí aprueba esto, no porque amemos a los palestinos sino porque queremos librarnos de los palestinos. Hay una mayoría de judíos hoy que quieren evacuar la mayoría de los asentamientos y quedarse con solamente el 2% de la Margen Occidental. A la vista de estos cambios positivos en Israel, todo lo que Uds. necesitan es un socio fuerte en el lado palestino. Hay cierta esperanza, pero solamente si hay un socio fuerte en el lado palestino".
Toameh reconoce de inmediato que ese socio fuerte en el lado palestino no existe por el momento. Sin embargo, podría haber alguno en su momento y el esforzarse para alcanzar esa meta sería una tarea útil que los negociadores de paz podrían emprender. Pero simplemente "asumir" que los palestinos tienen líderes decentes y que los israelíes pueden contar con un interlocutor palestino dispuesto y capaz de conseguir un acuerdo que los lleve a la paz es tan inútil como desear agua – o un abrelatas – en el desierto.