El presidente Obama rechazó la semana pasada – de forma clara y encomiable – a los que han estado intentando explotar el baño de sangre en Tucson para denigrar a polemistas conservadores y a ciudadanos que portan armas legalmente. Obama afirmó que no podemos "utilizar esta tragedia como una ocasión más para volvernos los unos contra los otros". Y agregó que mientras que "simplemente la falta de urbanidad" no llevó a un joven profundamente transtornado a cometer asesinatos múltiples, "un debate público más civilizado y franco puede ayudarnos a hacer frente a los desafíos de nuestra nación".
¿Qué tan probable es que tengamos ese debate pronto? Hoy soy más pesimista que nunca. Déjeme que le explique el porqué.
El 11 de enero, Peter King, el nuevo presidente republicano del Comité de Seguridad Interior de la Cámara de Representantes y el alcalde Michael Bloomberg de Nueva York propusieron legislación federal para evitar que la gente porte armas intencionalmente a una distancia de 350 metros en cualquier evento en el que haya miembros del Congreso o jueces.
Escribí un artículo para el blog NRO Corner diciendo que pensaba que esta idea era "digna de consideración" – no digamos que eso era un categórico respaldo a la propuesta aunque sí afirmé que no la veía como la peor idea desde que inventaron el pelo en spray. En cuestión de minutos, mis colegas del blog, Andy McCarthy y Jonah Goldberg, estaban publicando sendos artículos en fuerte oposición a mis argumentos – o sea, un debate civilizado y franco. Pero alrededor de unos cien lectores enviaron comentarios de este tenor: "Sigue así y cancelaré mi suscripción", "Prefiero prohibir que un miembro del Congreso se acerque a 350 metros de mi pistola", "Una horrenda propuesta indicativa de algunas zonas oscurísimas en el alma de Cliff May". Un lector preguntaba: "¿Qué es esto, el Huffington Post?" Y cómo son las cosas, al poco tiempo, justo recibí una llamada del Huffington Post. El periodista parecía genuinamente interesado en mis pensamientos. ¿Qué lógica me había llevado a la conclusión de que esta propuesta podría tener mérito?
Expliqué lo que pensaba con cierto detalle, pero el artículo que él escribió no hacía caso a mi razonamiento, prefiriendo más bien decirles a los lectores del Huffington Post que "a la frágil coalición republicana no le está sentando muy bien el proyecto de ley sobre armas de Pete King... May le cuenta al Huffington Post Hill... cosas radicales que le impedirían acercarse a 350 metros de una reunión del Tea Party..."
Un ejemplo de mis "cosas radicales": "Alguien a quien se considere un peligro para su campus no debería ser bienvenido en una armería".
Al poco rato, recibí un correo de una redactora de la Radio Nacional Pública (NPR). Ella me dijo que mis opiniones se merecían una mayor audiencia. Por tanto, me preguntó si podría escribir un editorial para ella lo más rápidamente posible. Y así lo hice. Se lo envié y me respondió:
Cliff— ¡Me encanta este editorial porque es tan sorprendente y nuevo! Quisiera que contara más cosas personales. ¿Posee Ud. armas? ¿Es usted cazador? ¿Es esto algo nuevo para Ud.? ¿Cómo llegó Ud. hasta aquí? (Pienso que debería empezar con algo declarativo. "He cambiado mi opinión sobre el control de armas", Ud. decide, pero hágalo llamativo).
Ella añadió que, además de publicar el artículo en la web de NPR, querían que fuera a verlos para grabar mi versión para el programa All Things Considered. Ella sugirió que – para ahorrar espacio – cortáramos el párrafo que decía que lo qué sucedió en Tucson claramente no era un acto de violencia política, alentado por la retórica política conservadora o la culpa de portadores legales de armas.
Le contesté que consideraba importante conservar esos puntos y que no podría afirmar honestamente "que he cambiado mi opinión sobre el control de armas" – por más llamativo que fuera. Apoyo la Declaración de Derechos – sin ninguna excepción para la Segunda Enmienda. Creo simplemente que puede haber restricciones razonables a todos los derechos. La libertad de prensa, por ejemplo, no da carta blanca, en mi opinión, para robar y publicar memorándums clasificados del Pentágono. ¿Quizá se podría encontrar algunas cosas en común para las personas de izquierdas y derechas puedan estar de acuerdo pacíficamente? Agregué que no tendría problema en ajustar el artículo y hacerlo más personal.
¿Sabe lo que sucedió después?
Ella me contestó que su "supervisora" no estaba satisfecha. "El artículo no funciona, según ella, creo que está buscando una mayor descripción de lo que piensa Ud., de su experencia personal y un enfoque de los argumentos que rodean este tema.... Ud. ha sido tan condescendiente, siento tener que pedirle que revise el artículo otra vez. Avíseme qué decide hacer".
Le dije que entendía: Lo que NPR encontró interesante no fue mi perspectiva sino simplemente el hecho de que me desviaba de la ortodoxia conservadora. Y que, a fin de cuentas, no estaba ofreciendo suficiente apostasía.
Si esto debería haberlo visto venir. Hace algunos años, un ejecutivo de NPR – una buena periodista que conocí cuando ambos trabajábamos para la prensa escrita – me pidió que escribiera artículos comentando de vez en cuando problemas de seguridad nacional para Morning Edition. Pronto me quedó claro, sin embargo, que el productor asignado no acogía con satisfacción argumentos desde un punto de vista conservador. Los únicos comentarios de mi parte que se morían por oír eran aquellos en los que criticaba a otros conservadores y sus ideas.
La moraleja de esta historia es desmoralizadora. A pesar de lo que Obama llama "los desafíos de nuestra nación", demasiada gente sigue atrapada en su molde ideológico. ¿Por qué se deberían enojar tanto lectores de NRO Corner al leer un artículo de vez en cuando que no refuerce sus opiniones preestablecidas? ¿Por qué debería NPR, parcialmente financiada por contribuyentes de todo el espectro político, permitir solamente que se escuchen voces de centro-izquierda en lo que se solía llamar las "ondas públicas"? Si el presidente Obama habla en serio sobre "un debate público más civilizado y franco" – y un solo discurso no es demostración más allá de la duda razonable – lo tiene difícil.