ERBIL, Irak – Más de dos meses después de las elecciones, los parlamentarios de Irak todavía siguen en la tarea de formar juntos un nuevo gobierno. ¿Es ésta la desorganización que se espera de una democracia incipiente? O, parafraseando a Benjamin Franklin, ¿se les ha dado a los iraquíes una república que no podrán mantener?
Aquí al norte de Irak, los líderes kurdos no aducen saber la respuesta. Barham Saleh, el primer ministro de Kurdistán, tilda la situación de "confusa" y marcada por la "intriga política". Esto también podría acarrear más consecuencias de lo que la mayoría parece percibir – y eso incluye a la mayoría de responsables políticos americanos. "Puede que el destino del islam y la democracia se decidan en Irak", nos dice Saleh a mí y a otros miembros de una delegación de periodistas y analistas de centros de investigación política liderada por la organización sin ánimo de lucro, Foreign Policy Initiative de Washington DC.
El Kurdistán es parte de Irak y sin embargo es muy distinto. Saleh recuerda haber intentado explicárselo al ex presidente George W. Bush hace algunos años. "Somos iraquíes y no lo somos" le dijo al presidente, a lo que Bush contestó: "Eso mismo decimos los tejanos".
Pero no es igual. Los kurdos son una antigua nación que nunca ha tenido su propio estado. Los kurdos no son ni árabes ni turcos pero en Irak habitan en un territorio empotrado entre los dos. Millones de kurdos también viven en Turquía, Siria, Irán y otros rincones de Oriente Medio. La diáspora kurda puede encontrarse desde Seattle pasando por Inglaterra hasta Asia Central.
Pero es solamente ahora que los kurdos disfrutan de la autodeterminación y es solamente aquí dentro de lo que oficialmente se llama el Gobierno Regional del Kurdistán, parte de la Federación Iraquí que se estableció constitucionalmente después de la caída de Sadam Hussein. Los kurdos están decididos a defender su recién conquistada autonomía. "No vamos a desperdiciar los avances obtenidos aquí en Kurdistán" decía Saleh. Otro importante kurdo me decía: "Estoy dispuesto a ser iraquí, si puedo ser un iraquí de primera clase. No estoy dispuesto a ser un iraquí de segunda clase".
Los kurdos constituyen cerca del 20% de los 30 millones de personas que componen Irak. Eso les da una influencia significativa pero no decisiva en los intentos de formar una coalición que ahora se desarrollan en Bagdad. Por el momento, los líderes kurdos parecen poco entusiasmados con la potencial coalición que incluye a nacionalistas árabes (inevitablemente hostiles con las minorías), los baazistas (herederos de Sadam Hussein que persiguieron despiadadamente a los kurdos) y los islamistas chiítas y suníes (la mayoría de kurdos ven con buenos ojos la separación mezquita y Estado y no ven nada en Irán que quieran emular).
Desde febrero, cuando comenzó la campaña electoral, los terroristas han asesinado a unos 400 iraquíes. Pero varios años han transcurrido sin un espectacular atentado terrorista en suelo kurdo. ¿Cómo han logrado esto? Para empezar, a lo largo de la frontera de facto del Kurdistán con el resto de Irak hay puestos de vigilancia donde se toman en serio el control de cualquier persona camino al norte. En segundo lugar, pocos kurdos se quedarían indiferentes ante extranjeros que puedan venir a su territorio a asesinar a sus niños. Tercero, los kurdos tienen su propio y muy respetado servicio de inteligencia, el Asayesh. Cuarto, el Kurdistán tiene su propia fuerza de combate, el legendario Peshmerga que significa "los que se enfrentan a la muerte".
El Kurdistán es un país "en desarrollo". Uno suele decir eso sobre todo país del Tercer Mundo pero por lo general es una mentira piadosa; es una manera de evitar decirle a la gente que las políticas que sus gobiernos están implementando solo servirán para profundizar la pobreza en los años venideros. En el Kurdistán, por el contrario, los inversionistas extranjeros son recibidos con los brazos abiertos, se estimula la existencia del sector privado y el progreso es obvio. Se está extrayendo petróleo, hay dos nuevos aeropuertos internacionales y por todas partes brotan nuevos edificios. Hay flamantes concesionarios de autos – hay de todo desde Skoda hasta Cadillac – y los almacenes rebosan mercancías locales e importadas, hay incluso licor y trajes de novia al estilo occidental. El gobierno kurdo gastará 100 millones de dólares anuales para enviar a sus jóvenes promesas a estudiar en universidades del extranjero – una inversión de futuro y sólo un componente más de la más ambiciosa iniciativa de reforma educativa en todo Oriente Medio.
El Kurdistán no está libre de defectos. La corrupción preocupa. El 4 de mayo, Zardasht Osman, un joven periodista kurdo que investigaba asuntos de corrupción fue secuestrado en Erbil. Su cuerpo fue encontrado dos días después a unos 80 kilómetros de Mosul. "Hemos condenado este repugnante crimen" dice Saleh. "Pero la condena es irrelevante a menos que haya una completa investigación que dé un resultado concreto, a menos que logremos llegar al fondo del asunto".
Finalmente, no debo dejar esto sin mencionar: No hay musulmanes en el mundo más amables y hospitalarios con los americanos que los kurdos. No se cansan de repetir cómo están de agradecidos con los americanos por los sacrificios hechos para liberarlos de un dictador cuya meta era su exterminación y que sí mató a decenas de miles de kurdos. El gas tóxico estaba entre las armas que Sadam usaba contra kurdos inocentes, fueran hombres, mujeres o niños.
Incluso hasta los más críticos con la intervención de Estados Unidos en Irak deberían ponerse a considerar lo siguiente: Si así trataba Sadam a sus compatriotas iraquíes y correligionarios musulmanes, ¿qué no les habría hecho a los americanos si hubiera tenido la oportunidad?