No hay mayor amenaza para la seguridad nacional e internacional que la posibilidad de que los actuales líderes de Irán – islamistas militantes, terroristas consumados y enemigos jurados del gran Satán y del pequeño Satán – puedan adquirir armas nucleares. Hace poco se filtró un memorándum (en el New York Times) del Secretario de Defensa Robert Gates en el que aconsejaba al presidente que ya era hora que se diseñara una estrategia para enfrentar esta amenaza.
Obama esperaba poder evitar esa confrontación. Llegó al cargo deseoso de cerrar "un gran trato" con la república islámica que diera respeto a los teócratas de Irán y darles prácticamente lo que quisieran a cambio de su compromiso de no desarrollar ni tener armas nucleares. Más de un año después, su ofrecimiento no ha servido de nada. Los líderes iraníes no quieren ni oír hablar de negociaciones.
Una mayoría bipartita en el Congreso le está mostrando al presidente otro rumbo a seguir: Tanto la Cámara de Representantes como el Senado han aprobado leyes que cortarían la mayor parte de las importaciones de gasolina que Irán necesita para mantener su economía a flote y que no se quede paralizada. Un comité bicameral está trabajando en un proyecto de ley llamado "Ley de Sanciones al Petróleo Refinado de Irán (IRPSA por sus siglas en inglés) que pronto estará sobre el escritorio del presidente para su firma.
Para que esa ley sea tan dura como sea y debe ser posible hace falta, no obstante, un detalle adicional para que el trabajo quede redondo: una enmienda que prohiba a las empresas no sólo la venta masiva de gasolina a Irán sino también la venta de mercancías, servicios, tecnología e información que sirvan para el desarrollo y el mantenimiento de las infraestructuras de petróleo y gas natural del régimen.
Según algunas estimaciones, Teherán necesita importar tanto como el 40% de su gasolina de empresas extranjeras, ése es su talón de Aquiles. ¿Por qué necesitaría gasolina extranjera uno de los principales exportadores de petróleo del mundo? En parte grande porque se ha dedicado a construir instalaciones nucleares en vez de refinerías de petróleo.
IRPSA extenderá y ampliará la otra ley de sanciones contra Irán y Libia de 1996 (ahora conocida como la ley ISA, por sus siglas en inglés) y dará al presidente los medios para sancionar a las empresas extranjeras implicadas en casi cualquier aspecto del comercio de petróleo refinado con Irán – y eso incluye a proveedores, compañías de seguros, bancos, transportistas, inversionistas, e incluso aquellos que suministren tecnología e información.
Pero, tanto IRPSA como ISA, según como están actualmente redactadas, tienen un enorme vacío legal. Mientras que la Cámara y Senado tienen como objetivo toda la cadena de suministro de gasolina e ISA prohíbe la inversión directa en proyectos iraníes de gas natural y petróleo, ninguna de las dos leyes aborda el vital suministro de mercancías, tecnología, servicios e información energética especializada para los sectores petroleros y de gas natural. Sin eso, las sanciones no serán verdaderamente "paralizantes".
También es preocupante que mientras que la presión sobre su comercio de gasolina ha aumentado, la república islámica ha respondido con las contramedidas previstas para lograr su "independencia energética". Esta iniciativa incluye toda una gama de proyectos que van desde la conversión de actuales vehículos de gasolina a gas natural hasta un amplio mandato para que los nuevos coches iraníes sean de "combustible flexible", es decir que sean capaces de funcionar con una variedad de mezclas de gasolina y alcohol como combustible.
Las buenas noticias son que Irán todavía no ha hechos muchos progresos en este campo debido a la mala gestión del gobierno y a la falta de ayuda extranjera. Con la enmienda que recomendamos, IRPSA se convertiría en un gran obstáculo para que Irán obtenga esa ayuda.
Muchos son ya los miembros del Congreso que ahora parecen tomarse en serio el asunto de las sanciones. La semana pasada en la reunión del Comité de la Conferencia, su presidente Howard Berman (D-CA) del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes exhortó a los legisladores para consolidar IRPSA y arreglar el vacío legal en la ley de sanciones. Su colega, el congresista Brad Sherman (D-CA) puso enfásis en el hecho de que la venta de mercancías, servicios y tecnología a Irán "son tan perjudiciales para nuestros intereses como la inversión de capital".
¿Será que las sanciones paralizantes y su impacto en una economía iraní de por sí ya enferma podría lograr un cambio en el comportamiento del régimen iraní o provocar un cambio de régimen? Solamente hay una forma de saberlo. Junto con el apoyo al disidente Movimiento Verde de Irán, ésta es la mejor ocasión – y la última – de frenar pacíficamente a los yihadistas de Irán para que no logren obtener las capacidades mortales que necesitan para hacerle juego a las intenciones hostiles que llevan abrigando desde hace mucho tiempo.