Puede que Umar Farouk Abdulmutallab nos haya hecho un favor. Más de 8 años después del 11 de septiembre de 2001, él nos ha hecho ver que nuestro multimillonario sistema de seguridad aeroportuaria no funciona.
Y no funciona porque se conceptualizo como un sistema de búsqueda de armas o de cualquier cosa que se pueda utilizar como arma. Tenga por seguro que, durante el período navideño, los agentes de seguridad de la TSA (Administración de Seguridad en el Transporte) requisaron montones de limas de uñas y dentífricos, pero los explosivos en los calzoncillos de Abdulmutallab escaparon a su control.
Necesitamos reinventar el sistema – y no será la primera vez. ¿Recuerda cuando la seguridad aeroportuaria consistía en solicitar que los pasajeros identificaran su equipaje en la pista de despegue porque pensábamos que nadie se subiría a un avión si entre sus planes estaba hacerlo saltar por los aires? Un sistema nuevo y mejorado requerirá reflexión, estudio y análisis, eso sin mencionar la necesidad de superar los obstáculos burocráticos que son parte del sistema existente. No puedo ofrecer todo eso en un único artículo pero sí puedo ofrecer 5 ideas de sentido común como materia de reflexión.
Adoptar un modelo cuasi israelí: Hay un amplio consenso respecto al sistema que los israelíes han desarrollado como un modelo más eficaz de seguridad aeroportuaria: Su prioridad no es encontrar armas sino terroristas. Tienen agentes inteligentes y bien entrenados que hacen preguntas simples a los pasajeros. Las respuestas son las que conducen a la tranquilidad o a la sospecha.
El problema con este modelo es la capacidad de aplicarlo a gran escala. Los israelíes someten a todos los pasajeros a estas preguntas, pero ellos tienen solamente un aeropuerto principal y una línea aérea nacional. Estados Unidos tiene millones de pasajeros que van y vienen en múltiples aerolíneas y usan cientos de aeropuertos. Pero quizá hay una manera de aplicar el principio general: Tener un número relativamente pequeño de agentes de la TSA "haciendo rondas" en los aeropuertos, aprovechando el tiempo para observar a los pasajeros haciendo colas para facturar el equipaje y pasar el control de seguridad así como mientras esperan para abordar sus vuelos.
Se informaría a los agentes sobre cualquier pasajero cuyo nombre estuviera en listas de pasajeros sospechosos a cualquier nivel y... bueno, se podrían poner a observar su comportamiento. Y también podrían ponerse a observar a otros pasajeros. Se podría entrenar a estos agentes en técnicas de comportamiento. Piense que son pocos los terroristas suicidas experimentados y que actúan con poca frecuencia. Eso significa que la mayoría de estos terroristas no se podría sentar relajado a leer una novela de John Grisham. Puede que se pongan nerviosos o que se les vea azorados ante lo que comtemplan perpetrar. Podría haber detalles reveladores en su forma de sentarse, moverse y relacionarse con otros pasajeros.
A aquellos que exhiben un comportamiento dudoso se les podría someter a un interrogatorio cordial. Las respuestas menos satisfactorias llevarían a preguntas adicionales en un ambiente más privado, con un control más riguroso, se asignaría un agente armado camuflado entre el pasaje, los llamados "air marshals" a un determinado avión, o el pasajero podría quedarse en tierra para someterlo a un control adicional. Y también esto: ¿A quién debería contratar y entrenar la TSA para estos cargos? Sugeriría que se pusieran en contacto con ex detectives de policía, ex agentes del FBI y periodistas jubilados – gente que, durante décadas, se la haya pasado haciendo preguntas y evaluando respuestas.
Establecer un registro de viajeros: Que sea voluntario para que la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) no tenga motivo alguno de provocar una apoplejía. Dudo mucho que yo sea el único dispuesto a que los agentes de seguridad se enteren de los pormenores de mi viaje al igual que lo hace la American Express cuando pago la compra de unos zapatos con su tarjeta. Ser un viajero registrado no excluiría a nadie de los controles de seguridad. Pero el viajar podría convertirse en algo menos engorroso al mismo tiempo que ayudaría a que los agentes de seguridad establecieran prioridades.
Mejorar el sistema de visados: Actualmente los funcionarios más jóvenes y menos experimentados del Servicio Diplomático aprueban los visados. Por lo general detestan hacerlo pero hace parte de sus funciones durante algunos años. Ha quedado claro que necesitamos funcionarios consulares profesionales haciendo preguntas difíciles y tomando decisiones difíciles, por ejemplo, para que no se otorgue una visa de entrada y salida múltiple a un estudiante nigeriano de 23 años con un pasado borrascoso. (¿Acaso cree Ud. que las autoridades de Nigeria dan tan alegremente ese tipo de visas a los americanos? Cuando yo era corresponsal jefe del New York Times en el África Occidental nunca pude conseguir una).
El Departamento de Seguridad Nacional, en lugar del Servicio Diplomático, debería encargarse de la responsabilidad de otorgar visas. Y, nuevamente, sugeriría contratar gente entrenada para sospechar, como policías y periodistas jubilados. Y habrá que entrenarlos de nuevo y de forma específica para estos trabajos.
Usar tecnología avanzada: El ex Secretario de Seguridad Nacional Michael Chertoff recientemente hacía hincapié en que la mayoría de los puntos de control de la seguridad aeroportuaria usan detectores de metales que no pueden detectar explosivos como los escogidos por Abdulmutallab ahora o por el terrorista del zapato Richard Reid en 2001.
Chertoff sugiere que más bien usemos "generadores de imágenes corporales", los ahora conocidos como escáneres corporales, que, según su opinión, "detectarían armas no metálicas escondidas en el cuerpo de los terroristas, incluso en su ropa interior, como en el caso de Abdulmutallab quién supuestamente ocultaba su bomba allí".
Citando el derecho a la privacidad, hay diversos grupos que se oponen al uso de escáneres; en junio la Cámara de Representantes aprobó una ley que busca que el uso de estos aparatos se limite a pasajeros seleccionados para un control adicional. Puede que Chertoff tenga razón al decir que es más seguro que todos los pasajeros pasen por el escáner. Pero junto con mi primera propuesta, al menos se podría escanear a aquellos que sean "pasajeros de interés" antes de que aborden un avión.
Arreglar todo lo demás; mantenerse a la ofensiva: La seguridad en los aeropuertos no es la única característica mal diseñada de nuestra arquitectura de seguridad nacional. La reforma de los servicios de inteligencia tampoco ha tenido mucho éxito y debería acometerse nuevamente.
El panorama: El objetivo debería ser nada menos que la derrota de los yihadistas militantes. Estos enemigos despiadados y decididos deberían ser buscados allí donde se ocultan, se entrenan y planifican; en lo posible, deberían ser eliminados pero, como mínimo, deberían sentirse incómodos y nerviosos. Muy pocos deberían ser capaces de llegar a un aeropuerto bien entrenados y equipados para cometer un asesinato en masa. Pero eso será material para un próximo artículo.