Lo que ocurrió en Gaza e Israel durante las últimas tres semanas no ha sido una guerra – ha sido una batalla en una guerra. O, para ser más exacto, era una batalla en lo que ha descrito el soldado/académico John Nagl como "insurgencia global" con el objetivo de derrocar el orden existente, lo que solíamos llamar – en una era más llena de confianza – el Mundo Libre.
"Sí, Alá es más grande que Estados Unidos" dijo el líder supremo de Hamás, Jaled Meshaal, en la televisión de Al Jazeera hace algunos años. "Alá es más grande que las superpotencias. A Occidente le decimos: Por Alá, los vamos a derrotar".
Demasiada gente se niega a entender: Hamás no está luchando por un estado palestino. Hamás está luchando por la aniquilación de Israel al cual sustituiría por un emirato islámico. No es para nada lo mismo.
Hamás se inspira, se financia y recibe instrucciones de los mulás de Irán, herederos de la Revolución iraní que empezó con el regreso del exilio del ayatolá Jomeini en Francia y el consiguiente establecimiento de su régimen teocrático que el mes próximo cumplirá 30 años. Desde aquellos años, Siria se ha convertido en cliente de Irán, Hizbolá es su subsidiario con sede central en el Líbano pero con sucursales terroristas que llegan hasta Sudamérica.
La más reciente batalla de Israel contra Hamás comenzó justo después de Navidad y terminó momentos antes de la inauguración de Barack Obama. Al parecer, los líderes de Israel pensaron que era prudente anunciar un alto el fuego antes de que Obama se sentara en la Oficina Oval y escribiera "¡Detener la lucha!" encabezando su lista de prioridades presidenciales.
En capitales árabes y musulmanas, no pasó inadvertido que, mientras Israel atacaba a Hamás, Irán no hizo nada por ayudarle. Tampoco Hizbolá se mostró muy dispuesto a abrir un segundo frente en la frontera norte de Israel. Pero tan pronto como se declaró un alto el fuego, el presidente Mahmud Ahmadineyad dio rienda suelta a la propaganda: Según las notas oficiales de prensa iraníes, él llamó a Meshaal –que vive en Damasco y no en Gaza – para decirle que: "¡El día de hoy marca el inicio de la victoria!"
Hay gente que le creerá. Pero si Israel ha tenido éxito destruyendo la mayoría de los alijos y fábricas de armas de Hamás, así como la mayor parte de los túneles a través de los cuales Hamás introdujo miles de misiles – incluso cuando decía que Israel bloqueaba el ingreso de alimento, combustible y medicinas durante el tiempo que Gaza estuvo "sitiada" – Israel ha conseguido importantes objetivos militares, aunque sean a corto plazo.
Los portavoces de Hamás van diciendo que han perdido menos soldados que los israelíes y que destruyeron 47 tanques y vehículos blindados israelíes. Aún falta que las cámaras muestren las carcasas de los mismos. Y según la mayoría de los informes, a los combatientes de Hamás les faltó capacidad y entusiasmo, a pesar del entrenamiento de los iraníes y de Hizbolá. Muchos comandantes militares de Hamás se quitaron los uniformes y se ocultaron entre mujeres y niños. "Convirtieron casas y mezquitas en campos de batalla de modo que la gente los protegiera; los que confiaban en ellos, ahora lo lamentan", escribía Abd al-Fattah Shehadeh en el periódico árabe online ELAPH.
La Unión Europea ha advertido que aunque la gente de Gaza dispondrá de ayuda humanitaria, ésta no debe esperar ayuda de reconstrucción si Hamás continúa provocando nuevas batallas. "Nosotros no queremos pasárnosla reconstruyendo Gaza cada X años" dijo la Comisaria de Relaciones Exteriores de la Unión Europea, Benita Ferrero-Waldner. "Siempre hemos estado al lado de la población palestina y seguiremos estando a su lado, pero al mismo tiempo es hora que la población palestina en ambos lados diga 'Queremos esta paz'".
Eso es mucho pedir – más de lo que ella probablemente cree. Antes de esta batalla no estaba muy claro que la mayoría de los palestinos quisiera más la paz que la eliminación de Israel. Es demasiado pronto para decir si han cambiado de opinión a causa del sufrimiento que han padecido. Incluso si ése fuera el caso, sería peligroso que la población de Gaza dijera en voz alta que prefiere un compromiso en busca de la coexistencia en lugar del martirio en busca de la victoria.
Hay gente que sostiene que Hamás gana con simplemente haber sobrevivido. Pero Israel habría perdido si no hubiese luchado, si hubiese aceptado pasivamente una lluvia sin fin de misiles de Hamás contra sus ciudadanos. Los israelíes sabían que el presidente Bush, durante sus últimas semanas en el cargo, no se opondría al intento de parar esa lluvia. Pero aún no saben lo que haría el presidente Obama en una circunstancia similar.
Durante los días venideros, Hamás puede volver a lanzar sus ataques contra Israel o cavar nuevos túneles para pasar de contrabando nuevos misiles en preparación para futuros ataques. En ese caso, Israel puede sentir la necesidad de responder decisivamente – para restablecer el principio de disuasión y demostrar que puede soportar la presión de esa gente en la "comunidad internacional" que anda demasiado impaciente por apaciguar al Islam radical.
Irán continuará adelante con su iniciativa de adquirir armas nucleares – un movimiento de ésos que alteran una partida. Pero éste no es juego. Se trata de una serie de batallas en una guerra que probablemente tenga tantas consecuencias como pocas en la historia.