Abu Ghraib fue una grotesca caricatura y una tragedia. Empañó la reputación de Estados Unidos y su credibilidad. Le dio argumentos a los enemigos y críticos de Estados Unidos. Hizo que el progreso en Irak retrocediese. Lo que pasó en Abu Ghraib fue ilegal y los responsables ya han sido procesados y castigados como corresponde.
De modo que ¿para qué se necesita la enmienda del Senador John McCain prohibiendo el tratamiento "cruel, inhumano o degradante" de cualquier prisionero por cualquier agente de Estados Unidos?
Su propuesta podría ser vista como simplemente el envío de un mensaje, una forma de poner orden al desastre que dejó Abu Ghraib -- hacer leyes al servicio de las relaciones públicas.
El problema es que la enmienda falla en hacer la distinción entre dos situaciones muy claras: (1) Los prisioneros comunes y corrientes detenidos como castigo por crímenes o simplemente para que evitar que regresen al campo de batalla y (2) los terroristas capturados en posesión de información que puede salvar vidas.
Si miramos esta primera situación, McCain tiene razón. Tales prisioneros nunca deberían ser maltratados -- y de ninguna manera por diversión o para satisfacer impulsos sadísticos (como, no obstante, sucede en prisiones del mundo entero)
La segunda situación no es tan sencilla. El caso más notorio es, por supuesto, el de la "bomba de tiempo".¿Qué es lo que debería permitirse cuando hay una amenaza inminente y lograr que el individuo hable, puede significar la diferencia entre la vida y la muerte? Esas circunstancias no son tan raras como muchos sostienen.
Por ejemplo, hace dos años hubo una controversia por lo que hizo el teniente coronel del Ejército Allen B. West. Estaba sirviendo cerca a Tikrit, luchando contra insurgentes leales al derrocado dictador Saddam Hussein. Mientras interrogaba a un sospechoso hostil, sacó su pistola y la disparó dos veces.
Su intención no era matar o herir, era sólo amedrentar. Lo logró. El sospechoso reveló detalles de una emboscada que se había planificado. El teniente coronel West salvó la vida de los hombres que comandaba, hombres por los que se sentía responsable. Y por eso fue acusado de "tortura", se le levantaron cargos por asalto y fue expulsado del ejército.
La enmienda McCain aseguraría ese desenlace. Decretaría que otros oficiales en situaciones similares abandonasen, aunque eso significase que hombres, mujeres y niños inocentes fuesen asesinados, bueno pues..qué le vamos a hacer...
¿Debería ser ésa, en verdad, nuestra política? ¿Se puede pelear una guerra y ganarla con semejantes limitaciones? ¿Es en verdad la forma moral de abordar el asunto?
Dejemos esas preguntas de lado por un momento y pasemos a considerar el escenario más común: El "sospechoso de gran valor", alguien en posesión de información, no sobre una amenaza inminente sino, por ejemplo, saber cómo los jefes terroristas comunican sus órdenes, cómo recaban fondos y distribuyen armas, cómo reclutan, entrenan y colocan terroristas suicidas y poder saber quiénes colocan los explosivos a lo largo de las carreteras.
Infundir un momento de miedo, tal como el teniente coronel West hizo, probablemente no lograría que ese tipo de sospechosos revelasen todo lo que saben. Y formas más severas de "tortura" -- de por si, ilegales ya bajo las leyes de Estados Unidos -- probablemente no sería la mejor manera de inducirlos a cooperar. Lo que sí puede tener éxito son las técnicas de interrogación que no lleguen a la tortura: El "estrés" psíquico unido a la "dureza" psicológica. Pero esas técnicas podrían considerarse "degradantes" y podrían ser prohibidas gracias a la enmienda McCain.
Por supuesto que necesitamos poner límites y alguien debe tener tanto la pericia como la autoridad para marcarlos. Hace más de un año, el ex fiscal federal y experto legal Andrew C. McCarthy propuso el establecimiento de un "tribunal de seguridad nacional", un tribunal que "controlase la detención de terroristas en cautiverio".
También podría dársele el poder para decidir, consultando a médicos, psicólogos y expertos en inteligencia, cuáles son las técnicas siempre prohibidas (por ejemplo aquellas que pueden causar la muerte o la invalidez permanente) y cuáles son permitidas y efectivas.
Los interrogadores estatales preparados deberían poder requerir a un juez la autorización para usar determinadas técnicas en determinadas circunstancias. Lo que el tribunal decida que se puede usar contra una "bomba de tiempo", marcaría la diferencia entre lo que se permitiría contra un lugarteniente de bin Laden -- y ambas podrían ser distintas de lo que se permitiría para sacar información a un combatiente de poca monta.
La decisión clave no recaería sobre las espaldas de un solitario oficial del ejército en el campo; ningún soldado debería tener que pasar por lo que pasó el teniente coronel West. Pero ninguna de las decisiones acerca del sacrificio de vidas inocentes pueden ser tomadas por burócratas internacionales o abogados representando a las autoproclamadas organizaciones de "Derechos humanos".
¿No sería éste un enfoque mejor que otro sin restricciones? ¿No sería mejor que tratar a los terroristas con guantes de seda? ¿No sería preferible eso a la enmienda McCain?