Querida Cindy Sheehan:
Sé que Ud. quiere hablar con el Presidente Bush sobre el conflicto en Irak, la guerra en la que su hijo, el soldado Casey Sheehan, fue trágicamente abatido. También sé que aunque el Presidente ya se ha entrevistado previamente con Ud., él no tiene muchas ganas de volverla a ver— menos ahora que Ud. se ha afiliado a Moveon.org, que ha sido apoyada por David Duke y que se encargan de Ud. hábiles profesionales de relaciones públicas.
Así es que déjeme sugerirle una alternativa: Venga y visíteme a mí. Nuestro encuentro probablemente no generará mucha publicidad pero le prometo una interesante conversación. Invitaré a algunos de los muchos iraquíes luchadores por la libertad con los que he estado trabajando desde hace algunos años – mujeres, muchas de ellas—así como activistas por la democracia y los derechos humanos de países como Siria, Libia, Egipto, Líbano y otros.
Ud. dice que quiere saber “¿cuál es la noble causa por la que murió su hijo?” Ellos le contestarían: Su hijo murió luchando una guerra contra el propósito de un movimiento extremista de destruir sociedades y reemplazarlas con dictaduras racistas.
Los iraquíes querrían contarle lo que era vivir bajo la bota de Saddam Hussein – las masacres de cientos de miles, las mujeres y las niñas que eran violadas en grupo por los compinches de Saddam, así como las creativas formas de tortura que fueron ignoradas por la “comunidad internacional”.
Conozco a muchos hombres de negocios bagdadíes, Saddam sospechaba que le eran desleales. Por eso les hacía amputar la mano derecha. ¿Quiere conocerlos? Valdría la pena que también conversara con los doctores a los que forzaban a realizar estas amputaciones.
Es cierto, tal y como otros han observado, que no encontramos las armas de destrucción masiva de Saddam. Pero no se deje engañar creyendo que Saddam nunca tuvo ninguna. En verdad, las usó contra los kurdos, asesinando a miles en pueblitos como Halabja, donde las madres se quedaban tiradas en las calles abrazando a sus niños en los momentos finales. Podemos enseñarle las fotos. Podemos presentarle a algunos sobrevivientes.
Al igual que Ud., yo hubiese querido que las agencias de inteligencia de Estados Unidos hubieran sido capaces de saber más de lo que sabían sobre las capacidades de Saddam. Pero las intenciones de Saddam nunca estuvieron en duda.
Cindy, Ud. ha estado pidiendo que Estados Unidos abandone Irak en un momento en el que entre nuestros enemigos en ese país está la rama más agresiva y letal de al-Qaeda, liderada por Abu Musab al-Zarqawi. ¿No puede Ud. ver que si ahora nos batimos en retirada de Irak, sería una derrota histórica para Estados Unidos?
Y sería una gran victoria para al-Qaeda. Zarqawi se vería a sí mismo como un matagigantes --y no sin justificación. Acudirían reclutas en tropel para las muchas batallas que inevitablemente vendrían a continuación. No podríamos soñar con hacerlo mejor en esas batallas que como lo hicimos en Irak.
Nunca podremos convertirnos en inofensivos para las racistas sectas de la muerte que nos han declarado la guerra. Cuando esos bárbaros matan a americanos valientes como Casey Sheehan, nosotros no podemos salir corriendo a escondernos. O mejor dicho, sí podemos, pero eso sólo abre la puerta a que los terroristas nos ataquen de nuevo. Durante años no pudimos entender eso. La consecuencia fue el 11 de Septiembre de 2001.
Recuerde: Huimos de Somalia en 1993. Dejamos a Saddam en el poder después de la primera Guerra del Golfo en 1991. No hicimos mucho después que Hezbolá bombardeara las barracas de nuestros marines en 1983. En 1979, nuestra respuesta a la toma de rehenes americanos en Teherán fue ineficaz.
En cada uno de esos casos –y en demasiados otros— hemos demostrado a nuestros enemigos que no habría ningún castigo por humillar y hasta masacrar americanos. En cada uno de estos casos Osama bin Laden vio evidencia de que los americanos somos indecisos y débiles; que las fuerzas militares americanas –a pesar de toda su sofisticación y tecnología— no estarían a la altura de ciertos secuestradores, decapitadores y suicidas.
Una cosa más: Su eslógan ha sido “Ameríca: Fuera de Irak” y también “Israel: Fuera de Palestina”. Yo me pregunto si Ud. entiende que está haciendo un llamamiento a la limpieza étnica de los judíos en su propia tierra natal desde la antiguedad. Yo me pregunto si Ud. entiende que más de la mitad de todos los israelíes huyeron de lugares como Teherán, El Cairo y Trípoli y que no son bienvenidos de vuelta. Yo me pregunto si Ud. entiende que no hay manera de que los israelíes se vayan “fuera de Palestina” sin que incluyamos el genocidio.
Si Ud. y sus defensores en realidad no están alentando otro Holocausto, ¿podría ser tan amable de aclararme sus comentarios?
Nuevamente, Cindy, espero que podamos conversar de todo esto y más en mi oficina junto a mis amigos –luchadores por la libertad que necesitan el apoyo de americanos amantes de la libertad. ¿No quisiera venir a almorzar con nosotros? ¿Pescado o carne?