Si Ud. estuviera aconsejando a un amigo que no está en forma y anda falto de energía, ¿le aconsejaría hacer dieta o ejercicios? Probablemente Ud. le sugeriría que hiciera ambas cosas.
En estos momentos, Estados Unidos anda falto de energía y, en gran medida como consecuencia, económicamente hablando no está en forma. De hecho, las naciones libres de Occidente se la pasan aplastadas sin hacer nada, mirando con pasividad bovina como una cantidad de riqueza sin precedentes - y el poder que invariablemente le acompaña – sale del bolsillo de la gente libre con destino a las arcas de los sheiks sauditas, mulás iraníes, apparatchiks rusos y dictadores de medio pelo – a ninguno de los cuales les importan nuestros intereses.
Por tanto, ¿deberíamos los americanos hacer uso del petróleo y el gas natural domésticos que los políticos han puesto fuera de nuestro alcance en estos últimos años? ¿O deberíamos utilizar nuestras habilidades tecnológicas para desarrollar nuevas fuentes alternativas de energía? La mayoría de los americanos – más sabios que los políticos o quizás simplemente menos en deuda con grupos de intereses especiales – dice que la respuesta, obviamente, es hacer uso de ambas opciones.
Una encuesta que condujo el mes pasado la empresa Voter Consumer Research Inc. y que fue encarcgada por la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD, que es el centro de investigación política que yo presido) encontró que el precio de la gasolina es el asunto que más preocupa a más votantes que cualquier otro tema: El 43% lo puso a la cabeza de su lista, seguido por la situación laboral y la economía en el 37% y la guerra en Irak en el 31%.
Pero al verse presionados a reflexionar en sus respuestas, los votantes decían que aún más preocupante que el precio que están pagando a la hora de echar gasolina es la adicción de Estados Unidos al petróleo extranjero. Dependiendo de cómo se formulara la pregunta, entre el 57% y el 64% dice creer que el principal objetivo de Estados Unidos debería ser la autonomía energética ya que tanto nuestra seguridad nacional como la económica dependen de ello.
Los encuestados no creen que podamos salir de esta crisis conservando energía: El 82% dice que la conservación por sí sola no será la cura para el mal que nos aflige.
La campaña “Perforemos Aquí, Perforemos Ahora y Paguemos Menos” del ex presidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich ha surtido efecto: La mayoría – el 60% – está a favor de la exploración y producción petrolífera en nuestro territorio, incluyendo las zonas costeras y hasta en zonas vírgenes.
Pero un increíble 91% dice que la mejor manera de reducir la dependencia de petróleo de Estados Unidos es dar a los consumidores más opciones a la hora de escoger combustibles; el 83% dice que el ser humano no puede vivir sólo de petróleo – hace falta sacar al mercado combustibles alternativos.
Específicamente, el 76% quiere que el gobierno de Estados Unidos promueva el desarrollo de híbridos enchufables – automóviles que puedan funcionar tanto con combustibles líquidos como con electricidad y que se puedan recargar enchufándolos a una toma de corriente estándar.
Y el 73% quiere que el Congreso cree un “estándar abierto para combustibles” – que requiera que todos los automóviles vendidos en Estados Unidos sean “vehículos de combustible flexible”, capaces de funcionar con cualquier combinación de gasolina y combustibles alcohólicos (que se puedan hacer no sólo de maíz sino de caña de azúcar y otras plantas, residuos agrícolas, gas natural, carbón, basura y muchas otras fuentes).
Éste es el cambio que podría darse lo más rápidamente posible: Los anteproyectos de ley sobre los estándares abiertos para combustibles están ahora mismo ante el Senado y la Cámara de Representantes, además cuentan con apoyos en ambos partidos políticos. Pero los que saben de esto dudan que se aprueben en el poco tiempo de sesiones que ya le queda al Congreso en este año electoral.
La encuesta de FDD también demuestra que sólo una minoría – el 43% – cree que demandar a los países de la OPEP (con el 55% opuesto a esta opción) sería de ayuda; solamente el 42% respalda suspender durante el verano el impuesto federal a la gasolina (con un 55% que se opone).
Como comparación, observe estas supermayorías: El 80% de los americanos quiere que el gobierno ofrezca incentivos a las compañías energéticas para que pongan a disposición del público combustibles alternativos. El 78% está a favor de que haya incentivos fiscales para que los empresas fabriquen vehículos de combustible flexible. El 60% dice que se le quiten los aranceles al etanol de importación (el cual viene mayoritariamente de Brasil y otros países en desarrollo localizados en zonas tropicales).
Más de 3 de cada 4 americanos entiende que la diversificación en las opciones de combustible y reducir la dependencia de fuentes de energía controladas por regímenes poco amistosos mejorará la salud de la economía americana y ayudará a proteger la soberanía de Estados Unidos. Más de 6 de cada 10 comprende que al menos algo del dinero que ahora pagamos en la gasolinera acaba en manos terroristas.
Áreas de persistente inquietud: Si los combustibles alternativos pueden distribuirse de forma rápida y amplia; la fiabilidad en los vehículos que los utilizan y si la fabricación de combustibles hecho de cultivos agrícolas aumenta el precio de los alimentos.
Finalmente, ¿a quién culparán los americanos por el actual lío? Más del 70% señala a la OPEP, a las compañías petrolíferas y a los especuladores al mismo tiempo que comprenden que la demanda de energía a nivel mundial está aumentando. Pero el 87% dice que culpa al gobierno federal como el principal responsable. Con esas cifras tan altas, un montón de políticos se dedicará a hablar sobre cómo solucionar la crisis energética. Ya veremos cuántos consiguen dar el paso y entregarse con vigor a la labor.