Hará 75 años el mes próximo que la Oxford Union debatió la siguiente resolución: “Que esta Casa bajo ninguna circunstancia luchará por el rey y el país”. La moción se aprobó por 275 votos a 153.
Winston Churchill lo llamó un “síntoma repugnante” que engendraría “desprecio” – sobre todo en Alemania donde Hitler ya estaba haciendo planes para borrar del mapa a varias naciones europeas. El Manchester Guardian discrepaba, señalando los errores cometidos por políticos británicos en guerras pasadas y la hipocresía que exhibían en el presente.
El espíritu de la Oxford Unión sigue vivo, sobre todo en los campus universitarios de Estados Unidos. La caracterización del profesor Ward Churchill de las víctimas de la atrocidad del 11 de septiembre como “pequeños Eichmanns” es sólo el ejemplo más infame.
Aquí está el más reciente: Este mes, 5 lanchas rápidas iraníes amenazaron a barcos de guerra de la Marina de Estados Unidos en el estrecho de Ormuz. Juan Cole, catedrático de la universidad de Michigan y ex presidente de la Asociación de Estudios de Oriente Próximo (Middle East Studies Association MESA) estaba lívido: “Este episodio es casi lo más lamentable que he visto desde que Bush llegó al poder y, créanme, he visto mucho” escribía él. “La Guardia Revolucionaria Iraní hizo público su propio video y audio del encuentro que muestra un control de rutina... La prensa iraní sospecha de lo oportuno de hacer pública la cinta del Pentágono, señalando que se hizo pública justamente cuando Bush estaba saliendo hacia Oriente Medio para tratar de convencer a los aliados árabes de Estados Unidos de hacer causa común con Israel y en contra de Irán”.
Los magnates de Hollywood también han adoptado el planteamiento de la Oxford Union para la seguridad nacional, evocando la Gran Idea de Pogo de los años 70: Hemos encontrado al enemigo y somos nosotros mismos. Entre las más recientes películas de propaganda: “Leones por corderos” (políticos de derechas vendiendo una guerra impopular), CIA: Vuelos Secretos (Torturadores de la CIA y un sensual terrorista suicida), “Redacted” (Marines de Estados Unidos violando y asesinando niños), y hasta “El buen pastor”, una película sobre los primeros años de la CIA que presenta a agentes secretos americanos soltando plagas de langostas contra agricultores del Tercer Mundo y sometiendo a la tabla de agua a un hombre inocente. ¿Por qué lucharía alguien por semejante país?
Pero aquellos de ustedes que lo hacen – cuidado: ¡Podrían volverse maníacos homicidas! El domingo pasado, el New York Times publicó en portada un artículo titulado “A través de Estados Unidos, ecos mortales de batallas foráneas”. La noticia sugería que el servicio militar en Irak y Afganistán está transformando a simpáticos jóvenes en enloquecidas máquinas de matar.
Sólo horas después de que los periódicos llegaban a las casas, el blog Powerline de John Hinderaker preguntaba por qué el New York Times no se había tomado la molestia de comparar el índice de homicidios entre veteranos y jóvenes americanos en general. Hinderaker y otros se dieron a la tarea de procesar las cifras y descubrieron que el índice de homicidios es mucho más alto entre los jóvenes que permanecen en casa. El columnista Ralph Peters estima que hay una quinta parte de probabilidades de que los recientes veteranos de guerra se vean implicados en un homicidio comparado con los jóvenes promedio entre 18 y 34 años.
¿En qué otros corazones mora el espíritu de la Oxford Union? Un grupo de académicos musulmanes escribió recientemente una carta a líderes cristianos afirmando la necesidad de “paz y justicia” entre estas dos grandes comunidades religiosas. Me alegro por ellos. Pero los líderes cristianos respondieron con una carta en la que pedían “perdón” por los pecados cristianos contra los musulmanes “en el pasado (o sea en las Cruzadas) y en el presente (o sea por los excesos de la ‘guerra contra el terror')”. Observe las comillas en la última frase. Observe que no se mencionan los pecados cometidos por los extremistas musulmanes contra cristianos, judíos, hindúes, budistas y musulmanes moderados.
En la Oxford Union, por lo menos había respeto por la libertad de expresión. En Canadá, hoy por el contrario, “comisionados de derechos humanos” orwellianos están persiguiendo a Mark Steyn, autor de America Alone simplemente por argumentar que vale la pena defender la civilización occidental y por predecir que, si continúan las tendencias actuales, Europa pronto será dominada por árabes e islámicos. Los críticos de Steyn le imputan que “fomenta mala voluntad” hacia los musulmanes y debe ser castigado.
Los comisionados – ¿comisarios? – del gobierno también citaron al editor canadiense Ezra Levant que se atrevió a reeditar las caricaturas danesas mofándose del terrorismo islámico. Levant hizo frente a los Grandes Inquisidores diciéndoles: “Tenemos una tradición de libre expresión que heredamos de Gran Bretaña y que se remonta al año 1215 y la Carta Magna. Tenemos una tradición de 800 años de derecho anglosajón que viene de Gran Bretaña protegiendo la libertad de expresión, aumentada con 250 años más de derecho consuetudinario en Canadá”.
Sí, pero también está la tradición de la Oxford Union desde aproximadamente 1933. Y en estos momentos, no sabemos a ciencia cierta qué tradición vaya a prevalecer.