Al aproximarse el sexto aniversario del 11 de septiembre de 2001, deberíamos sentirnos agradecidos: al-Qaeda no ha tenido éxito atacando americanos en suelo americano por segunda vez. También deberíamos sentirnos angustiados: Los americanos andamos discutiendo si luchar contra al-Qaeda o si retirarnos de un campo de batalla en el cual tenemos la oportunidad de perjudicar seriamente a al-Qaeda tanto en lo militar como en lo ideológico.
Ese campo de batalla está en Irak. Es cierto que se puede defender el argumento de que si el presidente Bush no hubiese invadido Irak, no haría falta luchar contra al-Qaeda en Irak. Pero eso es irrelevante para la pregunta que los que toman las decisiones deben decidir: ¿Seguimos batallando contra al-Qaeda en Irak? ¿O nos detenemos permitiendo que los combatientes de al-Qaeda en Irak vivan para luchar un día más?
También es verdad que Irak no es el único lugar donde se puede encontrar a al-Qaeda. Pero las células de al-Qaeda operan de forma oculta en la mayoría de países. Si tenemos suerte, algunas células están bajo la vigilancia de servicios de inteligencia o de las fuerzas de la ley, como al parecer ha sucedido en Alemania.
Se cree que los principales líderes de al-Qaeda, incluyendo a Osama bin Laden y Ayman al-Zawahiri, están viviendo en remotos confines al noroeste de Pakistán. Las autoridades pakistaníes no han sido capaces – algunos dirían que se han mostrado renuentes – a hacer lo necesario para erradicarlos. Y las tropas americanas tampoco han sido invitadas a ir junto a las tropas pakistaníes en misiones de búsqueda y destrucción.
Esto nos deja Irak, el teatro de operaciones en el cual encontramos a los miembros más activos y mortales de al-Qaeda. O mejor dicho, ésa era la situación hasta muy recientemente. Hace un año, al-Qaeda en Irak (AQI) estaba firmemente en control de Anbar y otras áreas sunníes así como también de secciones de Bagdad.
Y sucedió que este verano, el general David Petraeus tomó el mando de los 28.000 refuerzos que necesitaba para cambiar el rumbo en Irak. Decidió atacar la raíz de la violencia sectaria: los terroristas de AQI que atentaban contra mezquitas y mercados con sus suicidas en un intento de fomentar una guerra civil de la cual esperaban sacar réditos. También comenzó a enfrentarse a las milicias chiítas respaldadas por Irán que habían ganado poder al responder a los ataques de AQI.
Ahora, las tropas americanas, trabajando con fuerzas iraquíes de seguridad, han eliminado las estructuras de comando de AQI, los refugios seguros y las fábricas de bombas en Bagdad y sus alrededores, en Bakuba y otros antiguos bastiones. Han matado a miles de miembros de AQI. Entre ellos: Mehmet Yilmaz, un líder de al-Qaeda nacido en Turquía y estrecho colaborador de Khalid Sheikh Mohammed, el cerebro de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Yilmaz fue muerto el 23 de junio – apenas 5 días después que los últimos refuerzos de Petraeus llegaron a Irak.
Petraeus ha desplegado las tropas americanas fuera de las bases operativas de avanzada y las ha puesto en ciudades como Ramadi y Faluya. Era ampliamente esperado que poner más tropas americanas en lugares más vulnerables se traduciría en más bajas. Pero en realidad, las muertes en combate de tropas americanas se han reducido a la mitad en los 3 meses desde que las fuerzas de Estados Unidos están al completo.
¿Por qué? Petraeus ha suministrado seguridad a los iraquíes – una misión que las tropas americanas no realizaban antes de su llegada. A cambio, los iraquíes están ayudando a suministrar seguridad a las tropas americanas. También han estado proporcionando datos de inteligencia procesable necesarios para luchar con eficacia contra AQI, el enemigo común.
Y eso nos lleva a la otra manera en la que Estados Unidos ahora están perjudicando a al-Qaeda: en la guerra de las ideas. Se está abriendo camino la noticia de que los musulmanes árabes iraquíes están eligiendo libremente alinearse con los americanos y en contra de al-Qaeda.
Esto pone en cuestión la ideología de al-Qaeda e incluso su legitimidad – su aseveración de ser el campeón y protector de los musulmanes del mundo. Si los musulmanes en el corazón de Oriente Medio rechazan a al-Qaeda y se ponen del lado de los americanos, eso envía un mensaje a los musulmanes alrededor del mundo de que al-Qaeda no es ni invencible ni indiscutible. Si las tribus de Anbar no están dejando de lado sus tradiciones y costumbres para adoptar la versión del islam de bin Laden, ¿por qué deberían hacerlo los indonesios y los bosnios?
Ahora tenemos la oportunidad de erosionar seriamente a AQI – a la que los servicios de inteligencia americana llaman “el afiliado más visible y capaz [de al-Qaeda] y el único conocido de haber expresado el deseo de atacar el territorio patrio [Estados Unidos]”. Ahora tenemos la oportunidad de darle un doloroso golpe físico, psicológico e intelectual a la al-Qaeda global – de demostrar quién es realmente el “caballo ganador”.
La esperanza de al-Qaeda: que este Congreso los salve legislando la retirada de Irak por parte de Estados Unidos; que los legisladores en Washington voten a favor de detener la lucha contra al-Qaeda en Irak y de que abandonemos a esos iraquíes que han estado luchando con nosotros y confiando en nosotros.
6 años después del 11 de septiembre, en medio de un conflicto mundial contra al-Qaeda y los que la hacen posible, ¿podríamos cometer un error más serio que ése?