ESTAMBUL , TURQUÍA – ¿Por qué no hay más musulmanes moderados protestando contra el islamismo? En realidad, cientos de miles lo han estado haciendo – desfilando por las calles de las principales ciudades de Turquía para insistir en la estricta separación mezquita-estado.
Sin duda, Turquía es única. Aunque su población está compuesta por un 99% de musulmanes, sus tradiciones modernas son firmemente laicas. Recientemente, millones de turcos han estado tan entusiasmados como los fans de “American Idol” viendo a uno de los cantantes más populares del país, Kenan Dogulu, que alcanzó el cuarto puesto en el Festival de la Canción de Eurovisión. (Acompañado por un coro de chicas ligeritas de ropa, Dogulu impresionó al público con su versión de “Shake it up Shekerim”).
En la Universidad Bahcesehir de Estambul, a la que fui para una reunión más sosegada la semana pasada, un fórum internacional sobre “El papel del liderazgo en las relaciones internacionales”, la bandera turca, roja con una media luna musulmana y una estrella, ondeaba junto a la bandera de Estados Unidos y de Israel. ¿Se puede Ud. imaginar ver eso en el Cairo o en Jordania? ¿Se lo puede imaginar sucediendo en Oxford, La Sorbonne – o ya puestos, en Harvard?
Turquía extiende sus frontreras entre Occidente y Oriente Medio. Un puente conecta literalmente las secciones europeas y asiáticas de Estambul. Turquía es parte de la OTAN: Su ejército es más grande que el de cualquier otro miembro de la alianza militar excepto Estados Unidos. Turquía se alza ahora como la economía número 16 del planeta.
El estado turco moderno surgió de las cenizas del Imperio Otomano, un aliado de Alemania derrotado en la Primera Guerra Mundial. El George Washington de Turquía, el héroe de guerra Mustafá Kemal Atatürk, (lideró a los turcos contra los británicos en Gallipoli), sigue siendo venerado – sus máximas se ven inscritas en lugares públicos, sus fotos adornan no sólo edificios gubernamentales sino también tiendas, restaurantes y hogares.
En el corazón de la visión kemalista está el republicanismo laico. Pero el islamismo – la fusión de la religión y el poder político – también tiene sus partidarios. Sus números parecen ir en aumento.
El actual gobierno de Turquía está dominado por un partido islamista: El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), liderado por el primer ministro Recep Tayyip Erdogan. Y el reciente nombramiento de otro miembro de AKP para la presidencia – algo que daría al partido el control de todos los poderes del gobierno por primera vez – ha inquietado, asustado y enfurecido a los turcos laicos, cuyos partidos políticos, que sin duda representan un amplio porcentaje de la población, han sido demasiado díscolos como para formar coaliciones efectivas.
El 27 de abril, el Estado Mayor posteó un comunicado en su página web dando a entender que el ejército estaba dispuesto a actuar si fuera necesario, como lo ha hecho 4 veces anteriormente, para asegurarse que la religión y la política mantengan las distancias. “No debería olvidarse que las fuerzas armadas turcas toman partido en estos debates y es el defensor máximo del laicismo” rezaba el memorándum. “Si fuera necesario, mostrarán sus posiciones y acciones de forma muy clara”. Los críticos del ejército lo han llamado “golpe militar virtual”.
Pocos días después, el Tribunal Constitucional de Turquía anuló por defecto procesal el voto parlamentario de la primera vuelta para elegir presidente. Los jueces de Turquía manifiestan su preocupación de que un gobierno cada vez más islamista sería una amenaza para su independencia judicial y buscarían reemplazar la ley civil con la ley islámica (sharia).
Erdogan ha convocado elecciones legislativas en julio. Las enormes manifestaciones de los últimos días han resaltado la intensidad de aquellos que se le oponen y el AKP. Los manifestantes han sido pacíficos – y valientes. Una bomba explotó en Izmir, la tercera ciudad de Turquía, matando a una persona e hiriendo a más de una docena, Sin embargo, al día siguiente, más de un millón de personas salió a las calles y había al menos tantas mujeres como hombres.
Sorprendentemente – o quizá no – muchos en las élites europeas y americanas han tomado partido por los islamistas y están en contra de los laicos. La revista The Economist, por ejemplo, publicó recientemente un editorial en el que afirmaba que “si los turcos tienen que escoger, la democracia es más importante que el laicismo”.
Hagamos un ejercicio mental: Si la mayoría de americanos votaran por políticos cristianos fundamentalistas decididos a desmantelar el muro que separa Iglesia y Estado, ¿respaldaría The Economist ese mandato democrático de la misma manera? Y si no, ¿por qué hay entonces un estándar distinto cuando la religión inmiscuyéndose en la esfera política es el islam?
Parte de la explicación es la convicción de que el AKP sólo es un partido “moderadamente” islamista. Pero millones de turcos no confían en los islamistas, aunque juren ser “moderados”. Al haber probado la libertad y echando un vistazo a su región, se inquietan cuando ven que el AKP impulsa “zonas sin alcohol”, la criminalización del adulterio, un incremento de la instrucción religiosa en las escuelas y la separación de los sexos en piscinas públicas.
Se dan cuenta de las cada vez más estrechas relaciones amistosas del AKP con grupos tales como Hamás y sus crecientes vínculos con Irán y Siria. No quieren que su país se convierta, aunque sea gradualmente, en algo más parecido a Irán o Arabia Saudita.
“La democracia representa algo más que elecciones justas” decía el Dr. Suheyl Batum, presidente de la Universidad Bahcesehir al abrir el fórum sobre el liderazgo. “También significa garantizar los derechos básicos y las libertades”.
A veces tanto europeos como americanos pierden de vista esta verdad. Esperemos que los turcos, durante los años venideros, persistan en esa actitud como recordatorio para todos nosotros.