Disfruto con un buen debate como cualquier otra persona, pero cada vez más, la otra persona no quiere debatir, lo que quiere es demonizarme. No quiere ganar el debate, quiere finiquitarlo.
Sea el calentamiento global o los vínculos de Saddam Hussein con terroristas, atreverse a contradecir el “consenso” resulta en gritos, chillidos y cosas peores. Mi experiencia más reciente con tamaña intolerancia ante la diversidad de opiniones puede ser instructiva.
Todo empezó con un pequeñísimo comentario – exactamente 6 oraciones** – que escribí en el blog The Corner de la revista National Review Online. Cuestionaba un tema que está siendo sostenido por muchos en la izquierda: Que en las últimas elecciones, los votantes enviaron un mensaje claro: “¡Salgan de Irak!”
Yo preguntaba: “¿Hay siquiera una pizca de evidencia para eso?” Yo me esperaba que tanto los blogueros y lectores de The Corner ofreciesen datos que apoyaran o contradijesen esa afirmación.
Glenn Greenwald, de la revista online Salon, salió al ataque, pero lo que él tenía que decir extrañamente fue algo no pertinente a mi pregunta. Para fundamentar que el mensaje de los votantes en noviembre había sido “¡Salgan de Irak!” requeriría mostrar que los candidatos, especialmente en campañas electorales competitivas, habían prometido apoyar lo que Greenwald llama “Retirada de las tropas de Irak congresionalmente impuesta en una fecha definida”.
Uno también podría mirar los sondeos a la salida de las urnas como indicación de lo que estaba en la mente de los votantes. ¿Estaban pensando en Irak o en los escándalos de Mark Foley, Tom DeLay y Duke Cunningham? ¿Influyó en algo lo de Katrina? Y esos votantes para los que Irak era el tema clave ¿cuántos estaban protestando la mala administración de la guerra en general y cuántos estaban señalando una preferencia política específica?
Greenwald no abordó ninguno de estos temas. En su lugar, presentó una selección de las encuestas recientes – encuestas que no tenían nada que ver con lo que había motivado a los votantes el año pasado. E ignoró una serie de encuestas que ofrecen evidencia de todo lo contrario. Por ejemplo, una encuesta de febrero de IBD/TIPP muestra que el 66% de los encuestados creen que es “importante” que Estados Unidos tenga éxito en Irak, incluyendo a un 53% de demócratas.
Sin embargo, a partir de esto, Greenwald instruyó a sus lectores para exigir que yo rectificara mis “falsas afirmaciones”. ¿Cómo se hace para que una pregunta se convierta en una afirmación? Greenwald saltó ese obstáculo insistiendo que mi pregunta era “retórica”, que en realidad era una afirmación y una mentira descarada.
Pronto mi bandeja de correo estaba llena de correos electrónicos criticándome en términos vulgares. Pocos habían leído lo que yo había escrito en realidad. Y la mayoría tampoco había leído con detenimiento la columna de Greenwald. Le pregunté a un señor llamado Vincent M. Muller ¿cuál era exactamente “la falsa afirmación” de la que se quejaba tan furibundamente? Me respondió: “Casi cada uno de los pronunciamientos públicos que Ud. ha hecho exigen rectificación”.
A pesar de todo esto, seguía intrigado sobre lo que los americanos pensaban y piensan sobre este tema. Entonces decidí contactar a Jay Cost, un politólogo que se especializa en metodología de encuestas e interpretaciones. He seguido sus análisis durante años y los encuentro tanto confiables como reveladores.
Me dijo que en 2006 hubo demasiadas carreras electorales presentando demasiados asuntos – tanto locales como nacionales – como para concluir que los votantes estaban enviando cualquier mensaje en particular. Cost añadió que, en días recientes, los americanos han estado exhibiendo actitudes conflictivas sobre Irak. Si fuera de otra manera, un candidato republicano como Rudy Giuliani (que no está a favor de una retirada forzada) no podría estar por delante de Hillary Clinton en las encuestas (que sí está a favor).
Otro ejemplo: El último sondeo de Gallup muestra que el 60% de los encuestados están a favor de “un calendario de retirada de todas las tropas en Irak antes del otoño de 2008”. Pero esa misma encuesta habla de que el 61% se opone a “negar los fondos necesarios para enviar tropas adicionales a Irak”. Ya que poner un calendario para la retirada obviamente implica negar los fondos para tropas adicionales, uno sólo puede hacer afirmaciones definitivas sobre lo que piensa la mayoría de los americanos si se pone a escoger selectivamente las cifras.
Mientras tanto, una encuesta hecha el mes pasado por Greenberg Quinlan Rosner Research, una empresa demócrata, encontró un empate técnico entre aquellos “más preocupados de que los republicanos esperarán demasiado para retirar a nuestras tropas de Irak” y aquellos “más preocupados de que los demócratas vayan a salir demasiado rápido de Irak”.
La conclusión a la que esto lleva es: Los americanos, en su mayoría, aún no están seguros de si las tropas deben salir de Irak antes o después, en un calendario estricto o en respuesta a condiciones cambiantes, si la derrota americana es inevitable o si la nueva estrategia que está implementando el general David Petraeus tiene oportunidad de éxito.
En otras palabras, es un debate que los americanos deberían estar teniendo. Pero hay gente que no quiere debatir. Sólo quieren decirle lo que Ud. debe pensar – y callar a los que se atrevan a discrepar.