El historiador Bernard Lewis ha señalado que una nación puede incurrir en pocas equivocaciones tan graves como la siguiente: Ser "inofensivo como enemigo pero traidor como amigo". ¿Es ésta una caracterización justa de la política exterior americana bajo las riendas del presidente Obama?
Comencemos con Honduras que ha sido un aliado americano estable y valioso durante 2 décadas. Recientemente desde la presidencia hondureña, Manuel Zelaya intentó subvertir las leyes e instituciones democráticas de su país en busca de la clase de poder que disfrutan los actuales dictadores izquierdistas antiamericanos como Hugo Chávez de Venezuela, Raúl Castro de Cuba y Daniel Ortega de Nicaragua.
La Corte Suprema de Honduras le plantó cara a Zelaya y finalmente ordenó al ejército del país que lo sacara del cargo. El Congreso de Honduras votó a favor de nombrar a un nuevo presidente, Roberto Micheletti, el siguiente en línea de sucesión según la Constitución de Honduras y miembro del mismo partido político al que pertenece Zelaya.
Indicaba Micheletti que, según lo programado, habrá un nuevo proceso electoral en noviembre o antes si eso sirviera para aliviar la tensión. En cuanto a la decisión de deportar a Zelaya, eso se debe entender "dentro del contexto del genuino temor a la muy demostrada inclinación de Zelaya a quebrantar la ley y provocar violencia callejera", concluía Micheletti.
Sin embargo, el presidente Obama se dio prisa en denunciar la la deportación de Zelaya y, haciéndose eco de la posición de Chávez, Castro y Ortega, exige que lo devuelvan a la presidencia hondureña. Altos funcionarios de la Casa Blanca han amenazado con imponer sanciones si la legislatura, los tribunales y el ejército de Honduras se niegan a hacer lo que les dicen. Más de 18 millones de dólares en ayuda militar y al desarrollo ya ha sido suspendida.
Qué contraste con la respuesta de la Casa Blanca ante el masivo fraude electoral que tuvo lugar recientemente en Irán: El presidente Obama dijo que él no quería dar pie a que se hablara de "intromisión". Al final acabó expresando su preferencia por los disidentes iraníes por encima de aquellos que les pegaban, arrestaban y mataban – aunque muchos comparten la idea de que Obama acabó reaccionando mal y tarde.
En días recientes, la Secretaria de Estado Hillary Clinton parece haber comenzado a manifestar un atisbo de coherencia sobre la posición de la administración Obama respecto a Honduras. Ella ha criticado a Zelaya como "imprudente" debido a que el pasado fin de semana en Nicaragua, Zelaya estableció un "gobierno en el exilio"y ella parece apoyar los intentos de mediación del presidente de Costa Rica Oscar Arias en el conflicto del gobierno hondureño. Micheletti ha dicho que cooperará si la meta es "una solución pacífica que sea consistente con las leyes de Honduras en una sociedad civil donde ni siquiera el presidente está por encima de la ley". Éstos no son los únicos ejemplos de lo que Mackubin Thomas Owens, redactor de Orbis, la revista académica trimestral del Foreign Policy Research Institute, llama "la inquietante tendencia de Obama a tratar de congraciarse con nuestros adversarios a expensas de nuestros amigos".
Los checos y los polacos "ahora andan preocupados al ver que van a terminar siendo los sacrificados en nombre de la mejora en las relaciones de Estados Unidos con Rusia" escribía Owens. "Y los israelíes temen que la deseada apertura al mundo musulmán de la administración Obama se alcance a costa de ellos".
Obama ha estado presionando muy especialmente al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu para que haga concesiones unilaterales a Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina.
El resultado ha sido el predecible: Abbas ha endurecido su postura. Uno de sus lugartenientes, Kifah Radaydeh, dijo en una reciente entrevista de televisión: "Nuestra meta nunca ha sido la paz. La paz es un medio y el fin es Palestina. Nosotros no negociamos para alcanzar la paz". Y el miembro del parlamento palestino Mohamed Dahlan dijo este mes en otra entrevista de televisión que los palestinos tienen "derecho legal" al terrorismo.
"Cambio" era uno de los principales lemas de campaña de Obama y por tanto estaba comprometido a intentar nuevos derroteros en asuntos de política exterior. Puede que Obama haya estado mal informado sobre quién dio un golpe y contra quién en Honduras. Puede que haya creido que un "acercamiento" sería suficiente para "resetear" las relaciones con Rusia, y que la posibilidad de un "acercamiento" llevaría a los gobernantes de Irán a que abandonaran sus ambiciones nucleares. Quizá pudo haber pensado que él podría persuadir a los líderes palestinos de ceder mitad y mitad en negociaciones con los israelíes. Quizá pudo haber creido que el dictador norcoreano Kim Jong-Il preferiría alimentar a su pueblo en vez de ir lanzando misiles por ahí y que, en una era post-Bush, Hugo Chávez estaría dispuesto a un acercamiento.
Pero en estos casos como en otros, la política de Obama se ha dado de bruces con la dura realidad. Si Obama es tan inteligente como nos lo venden, entonces aprenderá y se adaptará. Si no, las relaciones con los amigos de Estados Unidos se enfriarán mientras que los enemigos se crecerán. Entonces, con el paso del tiempo, tendremos menos de los primeros y muchos más de los últimos.