El presidente Obama había advertido a Kim Jong Il que si lanzaba un misil balístico de largo alcance, Estados Unidos "tomaría las medidas apropiadas para ponerle muy claro a Corea del Norte que no puede ir amenazando la seguridad de otros países con toda impunidad".
El fin de semana pasado, Kim siguió adelante de todos modos con el lanzamiento. Obama llevó el asunto a la ONU donde, según lo esperado, no pasó nada.
La lección es clara, no sólo para el Querido Líder sino también para Teherán y otros regímenes que se ven como revolucionarios globales: "Sí, se puede – amenazar la seguridad de otros países con toda impunidad", a pesar de las advertencias del contemporizador, nuevo presidente americano.
¿Quién va a pararle los pies a esa gente? En la ONU, China, Rusia y la Organización de la Conferencia Islámica ahora son los mandamases. Los europeos – cuyo "rol de liderazgo en el mundo los americanos a menudo no saben apreciar" según se lamentaba Obama – han sido buenos para nada crisis tras crisis. Piense en Bosnia, Kuwait, Ruanda, Darfur y, por supuesto, el interminable tango con los mulás de Irán. ¿Ha habido siquiera alguna excepción?
Obama es el tercer presidente consecutivo que ha adoptado la misma política con Corea del Norte. Esa política se reduce a hablar, sobornar y a agitar el dedo amenazador – y a sentirnos horrorizados y decepcionados cuando Pyongyang continúa amenazando a sus vecinos y vendiendo tecnología nuclear a regímenes parias.
Obama le ha agregado un giro inesperado al tema cuando, visitando Europa, dijo: "Si Estados Unidos y Rusia comienzan a reducir sus reservas nucleares, eso nos daría mayor autoridad moral para decirle a Irán que no desarrolle un arma nuclear; para decirle a Corea del Norte que se deje de proliferar armas nucleares".
¿Hay alguien que piense seriamente que el problema es cambiar la opinión que Kim Jong Il y el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad tienen de la "autoridad moral" de Estados Unidos? Más aún: ¿Hay alguien que crea seriamente que ellos serán más cooperativos, en lugar de más agresivos, si respondemos a lo que Obama tildó de acto "provocativo" comenzando a desarmarnos?
Hagamos una prueba mental: Suponga que el misil Taepodong-2 de Corea del Norte se hubiera lanzado – y después hubiera sido derribado por algún sistema de defensa antimisiles americano, japonés o surcoreano.
Kim se habría puesto como loco. Los rusos, chinos, iraníes, sirios y otros habrían dicho que no teníamos "ninguna autoridad legal" para romper el misil de Kim y puede que hasta hubieran logrado sacar un comunicado conjunto expresando la desaprobación de la ONU – comunicado que seguramente habría contenido un lenguaje más duro que el de cualquier carta que Kim pudiera recibir en su buzón de correo.
Pero luego todos habrían tenido que reflexionar sobre si vale la pena gastar tiempo y recursos en el desarrollo de armas nucleares y sistemas antimisiles cuando Estados Unidos y sus aliados tienen la firmeza y capacidad de neutralizarlos.
De hecho, Estados Unidos y Japón tenían destructores Aegis siguiendo al misil norcoreano. Algunas de esas naves llevaban interceptores de misiles que habrían podido derribar el misil norcoreano. Se tomó la decisión de no hacerlo.
Se podría hablar sobre la prudencia de la decisión. Pero, ¿cómo se puede defender el plan de la administración Obama para recortar 1,400 millones de dólares a los programas americanos de defensa antimisiles? Seis senadores, republicanos y demócratas, le han enviado una carta al presidente en la que le dicen que "recortes profundos" como los propuestos podrían "minar nuestra emergente capacidad de defensa antimisiles para proteger a Estados Unidos contra una amenaza cada vez más grande".
Es decir, la lección que se puede sacar de este lanzamiento de misiles organizado por el estado paria es que Estados Unidos necesita más defensa antimisiles, no menos. En lo militar y en lo tecnológico, nuestros adversarios pueden darnos alcance solamente si decidimos detenernos. ¿Por qué haríamos eso? ¿Y por qué hay solamente 6 senadores preocupados con este asunto?
La defensa de vidas americanas y del territorio nacional es el primer deber de toda administración. Corea del Norte e Irán están desarrollando capacidades para posiblemente poder amenazar, intimidar y atacar a Estados Unidos y a sus aliados. Un sistema integrado de defensa antimisiles, de varios niveles, sería de gran ayuda para frustrar sus ambiciones.
¿No deberíamos, al menos, debatir el tema con brío antes de que decidamos renunciar a esas protecciones?