Había una vez una época cuando la “disuasión verosímil” era la columna vertebral de la estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos. La Unión Soviética puede haber sido, como dijo el Presidente Reagan, un “imperio del mal”. Pero no era un imperio irracional.
Los planificadores estratégicos de Estados Unidos podían asumir confiadamente que los líderes soviéticos no querían ver el Kremlin arrasado, por lo menos mientras ellos estuvieran dentro. En tanto que los rusos creyesen que Estados Unidos mantenía la capacidad de arrasar el Kremlim, sus impulsos agresivos serían contenidos.
Esta lógica nos llevo a MAD*: Mutually Assured Destruction, o sea Destrucción Mutua Asegurada; doctrina de la Guerra Fría basada en la creencia que la estabilidad y la paz podían ser mejor aseguradas si un estallido de hostilidades garantizaba un resultado indeseable para ambos lados.
Lo recordé el otro día cuando la Secretaria de Estado Condoleezza Rice lanzó una advertencia al dictador norcoreano Kim Jong Il, cuyo régimen ha estado construyendo armas nucleares y disparando misiles de prueba que pueden llevar esa carga. Dijo la Dra. Rice: “Estados Unidos puede impedir lo que sea que los norcoreanos estén tramando”.
Mientras admiraba su fría firmeza, me preguntaba: ¿De verdad...podemos? O más directo: ¿Qué razón tenemos para creer que la disuasión es una estrategia que puede influír en el cálculo de la toma de decisiones de alguien como Kim?
¿No es posible que Kim pueda decidir arriesgarse – y hasta sacrificar – su vida para tener el honor de herir seriamente a aquellos que él ve como sus enemigos? ¿O podría calcular que no importa cuánto amenacen los americanos, al final nunca tomarían represalias contra inocentes norcoreanos que no son responsables por las acciones de Kim, ni siquiera por mantenerlo en el poder?
Quizá la CIA le haya dado a la Dra. Rice información confiable concluyendo que Kim adora ser “tirano en jefe” y que no haría nada serio para poner en peligro su puesto. Motivaciones similares parecen explicar por qué el dictador libio Muamar Gadafi abandonó su programa de armas de destrucción masiva después de ver a Sadam Hussein salir arrastrándose de una ratonera.
Y hablando de Sadam, claramente la disuasión no funcionó en lo que a él respecta. Podría haberse quedado en el poder y con sus palacios si sólo hubiese cooperado tal y como prometió al final de la Guerra del Golfo en 1991, si simplemente hubiese cumplido con las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que le exigían revelara lo que había hecho con sus armas de destrucción masiva (ADM).
¿Por qué no cambió su comportamiento ante la amenaza verosímil del uso de la fuerza? ¿Estaba contando con sus amigos europeos -- a algunos de los cuales, sabemos ahora, él estaba recompensado esplendidamente -- para tener amarrados a los mastines americanos? ¿Cometió un error de cálculo, creyendo que si los líderes americanos pensaban que aún le quedaba un arsenal de AMD, ellos serían demasiado cobardes como para enviar tropas a luchar contra él?¿Fueron sus propios científicos quienes engañaron a Sadam haciéndole creer que tenía una capacidad intimidatoria con sus ADM y se quedó en estado de shock al ver su máquina bélica chisporrotear y estancarse? ¿O estaba tan hastiado que ya no le importaban ni sus palacios ni sus privilegios y sólo quería liderar una última guerra de guerrillas?
Quizá nunca lo sepamos. Pero si un baazista laico como Sadam no pudo ser disuadido por el poderío militar que Estados Unidos amasó a sus puertas, ¿qué oportunidad tenemos con Osama bin Laden, Abu Musab al-Zarqawi y los terroristas suicidas que ellos comandan -- islamistas radicales que creen que serán mártires todos aquellos que son muertos librando la “guerra santa” contra los “infieles” – para que puedan ser disuadidos siquiera por la posibilidad de la Destrucción Mutua Asegurada?
¿Y qué decir de los mulás de Irán? Algunos de ellos ya han indicado que no ven las armas nucleares de Israel como disuasión verosímil. Han dicho que si ellos destruyeran Tel Aviv con una bomba atómica y el “Pequeño Satán” arrasara con Teherán como respuesta, ellos serían los ganadores ya que una gran cantidad de los judíos del mundo estarían muertos mientras que el porcentaje de musulmanes muertos sería minúsculo.
Dificilmente necesitamos un gran salto de lógica de su parte para que concluyan similarmente que si la destrucción de Nueva York, Washington o alguna otra capital importante para el “Gran Satán” requiriese el sacrificio de unos cuantos millones de iraníes, sería un precio que bien valdría la pena pagar.
Había una vez una época en la que entendíamos las ambiciones de nuestros enemigos y sus miedos. Sabíamos algo acerca de cómo funcionaban sus mentes. Pero ahora es una época distinta. Con todo respeto a la Dra. Rice, necesitamos nuevas ideas y nuevas doctrinas.
*Nota de traducción: La palabra mad significa loco; el acrónimo MAD significa Mutually Assured Destruction o sea Destrucción Mutua Asegurada. Ésto da lugar a un pequeño juego de palabras en inglés comparando MAD con estar loco.