Se dice que una mentira puede dar la vuelta al mundo antes que la verdad siquiera pueda atarse los cordones. Esto es más acertado ahora -en la era que los satélites e Internet han revolucionado las comunicaciones - más que nunca antes.
En Irak, Afganistán y otros sitios, Estados Unidos está peleando no sólo una guerra con armas sino que simultáneamente, pelea una batalla por las ideas. Consideremos cuán efectivamente nuestros enemigos han aprendido a fusionar acciones, palabras e imágenes en armas.
Cuando Abu Musab al Zarqawi, el líder de Al Qaeda en Irak, mata policías irakíes a bombazos, asesina a cooperantes o decapita rehenes extranjeros mientras las cámaras graban esos videos y luego los envía a las audiencias alrededor del mundo, ¿qué es lo que ha logrado?
¿Militarmente? Nada... No es como cuando Estados Unidos derribó un avión que llevaba a un alto general japonés en la Segunda Guerra Mundial. Ni tampoco es como invadir una playa, una ciudad, un aeropuerto o siquiera un cerro. Pero es extraordinariamente efectivo en lo que podríamos llamar relaciones públicas extremas. Conlleva un mensaje. Sirve para intimidar. Le afecta en el salón de casa. Lleva toda la intención de destruir las ganas de pelear; porque los americanos que pierden las ganas de pelear, ya han sido vencidos, por definición.
Al menos ha habido un reconocimiento muy limitado de este hecho en la Casa Blanca. "Los coches bomba son un arma de propaganda efectiva" dijo el presidente Bush en una conferencia de prensa el 20 de Diciembre de 2004.
El general John Abizaid, el comandante en jefe de Oriente Medio ha llamado a las cintas de decapitamientos, atentados suicidas y también a las atrocidades del 11-S "armas de efecto masivo."
"No tenemos nada que temer de este enemigo mas que su habilidad para crear pánico", agrega el general. Correcto, pero nuestro enemigo tiene una habilidad formidable de crear pánico.
Abizaid añade: "Este enemigo es como el agua -- busca un camino sin protección. Ellos van por un sitio donde puedan usar un arma de efecto masivo -- y ganar una victoria en los medios informativos." Correcto nuevamente, pero en la batalla por las ideas, es muy poco inteligente el minimizar la importancia de las victorias mediáticas. Abizaid también advierte que los crímenes de Saddam Hussein contra los kurdos, los chiítas y los disidentes, los crímenes de los talibanes en Afganistán, los crímenes de los mulás iraníes contra los disidentes y los bahai, no son similares a la vista de los medios árabes y musulmanes. Ni tampoco son vistos extensamente en Estados Unidos o Europa. Esto crea una imágen distorsionada de la realidad.
Más allá de los actos sangrientos cometidos para su difusión en televisión y pantallas de ordenador alrededor del mundo entero, son los medios informativos los que tiene la misma misión estratégica de comunicación -- dando así un significado renovado a la frase de Marshall McLuhan: "El medio es el mensaje."
Lo peor de los medios islamistas fascistas es casi con certeza "Al Manar", una emisora de televisión totalmente propiedad de Hizbolá y en la cual se retransmite incitaciones a la violencia (contra americanos e israelíes en particular) a millones de personas por todo Oriente Medio.
La gente responsable de Al Manar parece tener un sofisticado entendimiento de lo que están haciendo. Dicen que su propósito es librar una "guerra psicológica."
Al Yazira emite aun más ampliamente. Es también más refinada. Mientras retransmite mensajes de odio e intolerancia así como justificaciones para el terrorismo, generalmente se detiene en el límite de incitar masacres.
Y luego tenemos el amplio universo de los medios informativos en el mundo árabe y musulman, por ejemplo, la televisión de la Autoridad Palestina afirmó recientemente que los judíos y los americanos son los responsables del maremoto que devastó las costas del sur asiático. A los palestinos se les dijo que: "Los judíos son un cáncer que se propaga en el cuerpo de la nación árabe e islámica. Y ahora invierten en los países del sur asiático que fueron destruídos (por el tsunami) gracias a la corrupción y destrucción de los judíos y los americanos."
Miles de millones de dólares se gastan apoyando la propagación de semejantes mensajes. Financieros en Arabia Saudí, Irán, Qatar y otros estados del golfo pagan esos cheques mayormente con las ventas del petróleo que le venden a EEUU y a Europa. Así es que de alguna manera, americanos y europeos pagan por la propagación del discurso del odio -- por ejemplo, dándole a los representantes de Al Manar un megáfono para que urjan a sus gentes a matarnos.
Vladimir Lenin dijo una vez: "Cuando llegue el día en que tengamos que colgar a los capitalistas, ellos nos venderán la soga." Pero ni siquiera Lenin se esperaba que fuéramos tan tontos como para también darles el dinero y que compren la soga.
No es la primera batalla por las ideas que han peleado los americanos. Antes y durante la Segunda Guerra Mundial, los Nazis convirtieron la propaganda en un arte de primera, culpando astutamente del conflicto a sus víctimas. Durante la Guerra Fría, las mentiras soviéticas fueron persuasivas, no sólo para los pobres y oprimidos, sino también para algunos de los más refinados intelectuales.
Eventualmente, el mundo libre se defenderá y al final, las ideas buenas y verdaderas ganarán. Es hora que los defensores de la libertad comiencen a atarse los cordones de sus zapatillas otra vez.