Comencemos con lo que es mejor para el Líbano. Por años, el Líbano estuvo ocupado por Siria para beneficio de Siria. La Revolución del Cedro forzó a las tropas sirias a irse pero como bien lo dijo la ex Secretaria de Estado, Madeleine Albright: “De alguna manera, los sirios nunca se han ido”.
Los agentes sirios han permanecido en su lugar y muchos de los miembros claves del gobierno libanés – incluyendo al presidente Emil Lahoud – parecen estar a las ódenes del dictador sirio Bashir Assad. Y Hizbolá – patrocinada y armada por Siria e Irán – opera como una amenaza cuádruple: partido político, organización terrorista, fuerza militar y, en partes del país, un estado dentro de un estado.
La resolución 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU exige el desarme de Hizbolá. Eso es fabuloso excepto por un pequeño detalle: Las fuerzas militares del Líbano no tiene la capacidad necesaria para ello y ningún poder importante está preparado para hacerlo por ellos. La única forma de que el tigre de Hizbolá se quede sin dientes es si Israel usa la guerra que Hizbolá ha provocado para terminar el trabajo.
Es cierto que libaneses inocentes están sufriendo en el conflicto. Ese sufrimiento, por lo menos, debería dar como fruto algunos buenos resultados. La liberación del Líbano del abrazo sofocante de Hizbolá y sus patrocinadores extranjeros cumpliría esos requisitos.
Pasemos ahora a lo que es mejor para los palestinos. La mayoría de personas que se definen como pro palestinos están a favor de sacrificar una generación de palestinos tras otra en el altar de la violencia y la pobreza. Justifican el robo de miles de millones en ayuda exterior y aprueban el envío de niños palestinos como suicidas, todo en busca del sueño de que algún día se logre la limpieza étnica de los judíos en Medio Oriente.
Se podría argüir que ser pro palestino debería significar algo más: Querer que los palestinos vivan en paz, prosperidad y libertad en una sociedad que mantiene relaciones mutuamente beneficiosas con Israel.
Una pluralidad de palestinos sí que votaron a Hamás en las recientes elecciones. No pueden estar sorprendidos ahora por el visto bueno de Hamás a disparar cientos de misiles desde Gaza contra Israel y por el asalto transfronterizo a una base militar israelí.
Tampoco deberían estar sorprendidos por la respuesta: El regreso de las fuerzas militares israelíes a Gaza con todo el sufrimiento que eso les debe representar. Quizá este sufrimiento provocará que los palestinos reconsideren seriamente que sus intereses podrían estar mejor servidos con un cambio de enfoque y liderazgo.
¿Qué es lo mejor para los americanos? La derrota de Hizbolá significaría un revés para Siria, Irán y el movimiento islamista militante global que está librando batalla contra Estados Unidos y otras naciones libres. También significaría que Hizbolá ha recibido por fin su justo castigo por el atentado suicida de 1983 contra las barracas de los marines americanos en Beirut.
Tanto Irán como Siria han facilitado el asesinato de americanos muchas veces y en muchos sitios. Assad ha cumplido con su compromiso de ayudar a convertir Irak en “otro Beirut” en vez de quitarse del medio y dejar que Estados Unidos ayude a los iraquíes a crear una nación decente. El régimen islamista militante de Irán – perpetradores del ataque en 1996 contra las fuerzas militares americanas en las Torres Khobar y la toma de la embajada de Estados Unidos en Teherán en 1979 – también está haciendo todo lo que puede para socavar el proyecto americano en Irak y más ampliamente en Oriente Medio.
Los regentes de Irán están convencidos que a Estados Unidos se le han acabado las ganas, que no tiene forma de castigarlos por ataques pasados y ninguna manera efectiva de evitar que adquieran armas nucleares y los medios para lanzarlas. Al usar a Hizbolá y otros medios, claramente están intentando demostrar quién es el fuerte y lo suficientemente lanzado como para liderar una yihad del siglo XXI contra el imperio “zionista-cruzado”.
Finalmente, ¿qué es lo mejor para los israelíes? Hizbolá está desplegando misiles que son cada vez más grandes y de más alcance que lo que muchos observadores se esperaban. Seguramente, Israel debe estarse preguntando: Si no se pone a Hizbolá en su sitio ahora y si Irán sigue en su curso actual, ¿qué tipo de armas – sin excluir las nucleares – podría poseer en los años venideros?
Los israelíes también estan sufriendo y también tendrán que sufrir aún más para prevalecer sobre Hizbolá. Ese sufrimiento debería conseguir algo más que sólo un regreso al tenso punto muerto que Israel ha aguantado en su frontera del norte desde el año 2000 cuando se retiró del Líbano arriesgándose a lo que se llamó “un riesgo a favor de la paz”.
La teoría postmoderna, académica que decía que las guerras deberían ser “resueltas” sin verdaderas victorias y sin derrotas decisivas, ha sido puesta a prueba y no ha dado la talla muchas veces y en muchos sitios. Si Hizbolá vive para luchar un día más, ese día llegará y la próxima guerra le cobrará un precio más alto a todos los pueblos que ahora ya están sufriendo.