Hace unos días, dos soldados americanos, Kristian Menchaca de Houston, Tejas y Thomas Tucker de Madras, Oregón, fueron hechos prisioneros en Irak. Fueron brutalmente torturados y tan gravemente mutilados que sus rostros eran irreconocibles. Los ataron juntos con una bomba entre sus piernas – una bomba trampa con la intención de matar a cualquiera que tratase de recuperar sus cuerpos para el sepelio.
¿No consideraría Ud. estos hechos como graves violaciones de las leyes de la guerra y de los derechos humanos fundamentales? No está claro que las organizaciones de derechos humanos más ricas y poderosas lo vean de esa manera.
Por ejemplo, Amnistía Internacional, que afirma que su misión es “proteger los derechos humanos en el mundo entero” parece que no tiene nada que decir sobre la tortura y asesinato de Menchaca y Tucker. Mientras escribo esto, su página web tiene un artículo sobre control de armas y otra sobre “un nuevo tratado internacional para prevenir la tortura y otros maltratos a través de un sistema de visitas regulares a todos los centros de detención”. Evidentemente “todos los centros de detención” no incluye visitas a lugares en Irak donde las fuerzas de al-Qaeda y los baazistas retienen a sus prisioneros por cortos espacios de tiempo en la mayoría de casos.
La página de Human Rights Watch sugiere que la principal preocupación del grupo en este momento es Indonesia, Burundi y Chad. Respecto a Menchaca y Tucker, hay una nota de prensa de 3 oraciones que destaca que “los combatientes capturados deben ser tratados humanamente”.
En la página web de la ONU, no encontré ninguna declaración del Secretario General Kofi Annan sobre el abuso y la matanza de los soldados americanos. Evidentemente, tampoco el recientemente “reformado” Consejo de Derechos Humanos de la ONU se dignó a expresar una opinión. Sin embargo, la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Louise Arbour, tuvo que acusar a Estados Unidos en estos días de mantener centros de detención secretos en los que, aduce, se usa la tortura. Los informes sobre esos centros – ella no sabe si en verdad existen – son “una grave preocupación”, dijo Arbour.
John Bolton, embajador americano en la ONU, respondió diplomáticamente, diciendo que las declaraciones de Arbour reflejaban “ prioridades en el lugar equivocado”.
“Con todos los problemas de derechos humanos que hay en el mundo, en lugares como Corea del Norte e Irán, etc. el perseguir a Estados Unidos e Israel es lo de costumbre para la maquinaria de derechos humanos de la ONU” dijo Bolton a los periodistas.
Bolton está en lo correcto al sugerir que, además de Estados Unidos, Israel es el chivo expiatorio favorito de la ONU y de la pretendida y conocida como “comunidad de derechos humanos”.
Hace poco, estos grupos dieron crédito de forma inmediata a las afirmaciones palestinas de que la artillería israelí había abierto fuego sobre civiles de picnic en una playa de Gaza. Desecharon de plano a los funcionarios israelíes que insistían en que sus armas no habían ocasionado la carnicería.
A estos grupos tampoco les importa que cuando Israel sí dispara en Gaza, está apuntando a los militantes que lanzan los misiles contra aldeas israelíes. Ese día, esos misiles contra Israel estaban siendo disparados a unos pocos cientos de metros de la playa de Gaza.
¿Cómo explicar la doble moral? ¿Por qué estos grupos están constantemente tratando de amarrar las manos de aquellos que pelean contra el terrorismo pero hacen de la vista gorda con los terroristas?
Uno podría decir que es una forma de cumplido; que los que dirigen esas organizaciones esperan que Estados Unidos e Israel mantengan un alto estándar. Pero la guerra no es una ronda de golf: No se asigna un handicap a los que se considera mejores participantes para hacer la competición más interesante.
Uno podría especular que estos grupos, en realidad, desaprueban profundamente toda tortura y matanza y los ataques de misiles a las escuelas – simplemente no creen que los islamistas militantes que llevan a cabo por rutina semejantes atrocidades los vayan a escuchar.
¿Y por qué no? Imagínese si Kofi Annan dijese: “Los que se consideran miembros de la resistencia o de movimientos de liberación deben obedecer las leyes internacionales. Si se rehúsan a hacerlo, no deben esperar que las leyes internacionales los protejan”.
Póngase a pensar lo que significaría que Amnistía Internacional dijese: “Incluso aquellos que no han firmado la Convención de Ginebra deben seguir sus reglas, deben respetar los derechos humanos de los que luchan y más aún de los no combatientes. Si violan las normas del comportamiento civilizado, no esperen que nosotros defendamos sus derechos”.
Trate de oír a Human Rights Watch anunciando: “No estableceremos el precedente de que es un escándalo que los miembros de al-Qaeda sean detenidos en Guantánamo pero aceptable que soldados americanos capturados sean masacrados”.
Ellos podrían hacer estas declaraciones pero deciden no hacerlas. Si quisieran explicarnos el porqué, estoy seguro que muchos de nosotros estaríamos encantadísimos de escucharlos.