Hace casi 4 años, el disidente saudita Ali al-Ahmed y el autor Stephen Schwartz realizaron un estudio para la Fundación por la Defensa de las Democracias. Analizaron libros de texto y otras publicaciones distribuidas por el gobierno saudita y por organizaciones pagadas con fondos sauditas. Se toparon con mensajes tales como estos:
- “El judaísmo y el cristianismo son religiones aberrantes.”
- “Los no creyentes, idólatras y otros como ellos deben ser odiados y menospreciados”.
- “Le decimos a cada cristiano y a cada judío y a todos aquellos fuera del islam, ‘sus hijos han nacido dentro del islam pero Ud. y su madre los han sacado del islam debido a la corrupta educación que les dan' ”.
Desde entonces, el portavoz saudita, asistido por carísimos profesionales especialistas en Relaciones Públicas de Washington han afirmado que los gobernantes de Arabia ya no fomentan semejantes opiniones intolerantes.
El consejero saudita Adel al-Jubeir – recientemente premiado con un doctorado honorífico en Letras Humanas por la Universidad de North Texas – dijo el año pasado: “Hemos revisado nuestros currículums educacionales. Hemos retirado el material que es incitante (sic) o intolerante con la gente de otras creencias”.
El príncipe Turki al-Faisal, nuevo embajador saudita en Estados Unidos, dijo recientemente: “No sólo hemos eliminado lo que podría percibirse como intolerancia en viejos libros de texto que estaban en nuestro sistema, sino que hemos puesto en marcha una completa revisión interna y un plan de moderación”.
Pero estos portavoces están mal informados. Ali al-Ahmed, ahora director del Institute for Gulf Affairs, sito en Washington, obtuvo una docena de libros de texto usados durante el presente año académico por el Ministerio saudita de Educación . Se los entregó a Freedom House y ellos a su vez tradujeron el material usando dos traductores de árabe que trabajaron independientemente por su cuenta. Entre los mensajes encontrados tenemos:
- “Los simios son los judíos, la gente del Sabbath, mientras que los cristianos son los cerdos, los infieles de la comunión con Jesucristo”.
- “El enfrentamiento entre esta comunidad [musulmana] y los judíos y cristianos ha perdurado y continuará siendo así mientras Dios lo quiera así”.
- “Aquel que obedezca al Profeta y acepte la unicidad de Dios no puede mantener una amistad leal con aquellos que se oponen a Dios y a su Profeta, incluso si son familiares cercanos”.
“Este indoctrinamiento” escribe Nina Shea, directora del Centro por la Libertad Religiosa de Freedom House, “empieza en un texto de primer año, luego se refuerza y se amplia año a año. Cuando se llega al duodécimo año, los alumnos que siguen el currículum saudita serán instruidos en que su obligación religiosa incluye librar la yihad contra el infiel para “fomentar la fe”.
Además de todo esto, estas ideas son las que se les están enseñando no sólo a estudiantes sauditas sino también a niños que van a escuelas pagadas con fondos sauditas en Pakistán, Gran Bretaña, Francia, Alemania, España, Italia y también en Estados Unidos.
Como respuesta al estudio de Freedom House, el príncipe Turki emitió un comunicado insistiendo en que el gobierno saudita “ha trabajado diligentemente durante los últimos 5 años para revisar su sistema educativo”: Es un “operación masiva” añadía, “que sigue en marcha”.
Y sin embargo mientras el embajador defendía ese argumento, Arabsat, el satélite de televisión de propiedad saudita, seguía difundiendo la señal de al-Manar, el canal de televisión de Hizbolá. Al-Manar fue incluido recientemente en la lista del gobierno americano de los “Terroristas Globales Especialmente Designados”. Admitido por los funcionarios mismos de al-Manar, el canal “intenta ayudar a la gente para que cometa eso que Uds. llaman en Occidente misión suicida”.
El príncipe Turki podría contarnos: ¿Qué tan masiva sería la operación que se necesita para apagarle la señal a al-Manar y su incitación terrorista?
La verdad es que lo que está escrito en los libros de texto sauditas refleja la visión del mundo del wahabismo, movimiento extremista que se fundó hace 250 años por Mohammad ibn Abd al-Wahhab. Una gran pacto entre la familia Wahhab y la Casa de Saud finalmente dio paso a la moderna Arabia Saudita y estableció el wahabismo como religión del estado.
En décadas recientes, los ingresos del petróleo han enriquecido de manera extravagante a la familia real saudita y mucho de ese dinero se ha gastado en un intento de hacer del wahabismo la interpretación dominante del islam alrededor del mundo. El crecimiento del islamismo militante y del terrorismo catastrófico ha sido un resultado. Si se predica que los “infieles” son alimañas, finalmente habrá voluntarios que se ofrezcan para servir de exterminadores.
Que los wahabitas adopten la tolerancia religiosa representaría una reforma histórica. Hasta el momento, no hay ninguna evidencia de que ese cambio se esté contemplando en serio. Si los líderes sauditas creyeran de verdad en el respeto entre religiones, invitarían a los líderes de otras religiones a abrir sitios de culto en territorio saudita al igual que desde Washington, pasando por Londres, hasta Tel Aviv se ha permitido la construcción de mezquitas.
Sin embargo, para un devoto wahabí saudita semejante noción es impensable y repugnante. No saber reconocer esta realidad va por nuestra propia cuenta y riesgo.