Lentamente y con dificultad, las fuerzas militares de Estados Unidos están aprendiendo a librar los conflictos armados del siglo XXI. También, lentamente y con dificultad, estamos aprendiendo a luchar una moderna guerra por las ideas.
Pero hemos ganado una batalla la semana pasada cuando el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, designó a la televisión de Hizbolá, Al Manar, como organización terrorista extranjera designada. Al prohibir las transacciones entre entidades americanas y al Manar así como al congelar cualquier activo que al Manar pueda tener en Estados Unidos, esta designación da al gobierno las armas necesarias para paralizar las incitaciones al terrorismo que al Manar emite internacionalmente.
La Coalición contra los medios terroristas (CATM) ha trabajado mucho y muy duro para lograr este resultado. Organización formada por la Fundación para la Defensa de las Democracias, la CATM incluye a personas y grupos cristianos, musulmanes, judíos tanto americanos como europeos.
También es bipartidista, trabaja estrechamente con los senadores Bill Nelson (D-FL) y Gordon Smith (R-OR), así como con los congresistas Ileana Ros-Lehtinen (R-FL), Tom Lantos (D-CA), Robert Wexler (D-FL), Gary Ackerman (D-NY) y Mike Pence (R-IN).
La CATM ha dado información a más de 800 funcionarios del gobierno y ejecutivos del sector privado en Estados Unidos, Europa, Oriente Medio y Asia. El resultado: Por un tiempo, al Manar emitía usando 9 proveedores de satélite. Gracias a la campaña de la CATM, sólo Nilesat (de propiedad egipcia) y Arabsat (de propiedad saudí) siguen emitiendo el veneno de la estación terrorista a través de Europa, Oriente Medio y el norte de África.
El número de empresas multinacionales que tienen publicidad en al Manar también ha descendido. La CATM estima que ha recortado los ingresos publicitarios de al Manar en no menos de 2 millones de dólares hasta la fecha.
Los oficiales de al Manar intentaron firmemente convencer a las autoridades americanas que sus emisiones eran una cuestión de libertad de expresión y que por lo tanto merecían ser protegidas. Pero el Tesoro concluyó sabiamente que al Manar no es solamente la versión islamista de CNN o de la Christian Broadcasting Network. Más bien, al Manar es Hizbolá tratando de esconderlo bajo un velo empresarial. Al Manar, dijo el Subsecretario del Tesoro para terrorismo e inteligencia financiera Stuart Levey, es una “entidad sostenida por un grupo terrorista” y por lo tanto es “tan culpable como el grupo terrorista en sí”.
En realidad, el principal financista de al Manar es el régimen islamista militante en Irán – que también financia, arma y controla a Hizbolá, el grupo terrorista que ha matado más americanos que ningún otro, excepto al Qaeda. La estación sirve como medio de propaganda y sustituto de Hizbolá y los mulás radicales de Irán.
Hizbolá ha usado al Manar para operaciones de vigilancia, reclutamiento terrorista y recaudación de fondos. Hace llamamientos a los musulmanes para que sean voluntarios en Irak y que maten a soldados americanos en atentados suicidas. Alienta a sus televidentes a indemnizar a las familias de los suicidas y hasta le dan los números de cuentas bancarias para que depositen dinero. Si Ud. nunca ha visto los programas de al Manar, se ha perdido una experiencia particularmente infame. En uno de los videos de al Manar, la Estatua de la Libertad se transforma en un espíritu macabro que chorrea sangre mientras que el narrador entona amenazadoramente: “Estados Unidos le debe sangre a toda la humanidad”. En al Manar, el líder de Hizbolá, Hassan Nasrallah pide “Muerte a Estados Unidos”.
Despiadadamente antisemítico, al Manar emitió la infame “dramatización” de judíos degollando a niños y drenando su sangre para usarla en pastelería celebrando las fiestas. (Puede verlo online en at http://www.stopterroristmedia.org/TerrorTV/).
Por más de un cuarto de siglo, los terroristas han atacado a americanos en Teherán, Beirut, Khobar, Nairobi, Dar es Salaam, el Mar Rojo y finalmente en Nueva York y Washington. Pero sólo desde la última atrocidad, los americanos han empezado a contraatacar en serio.
Por más de un cuarto de siglo, también se ha estado librando furiosamente una guerra por las ideas. Occidente ignoró en gran parte la instigación proveniente de Irak, Irán, Arabia saudita y otros regímenes extremistas.
Pero finalmente y con gran esfuerzo, estamos aprendiendo cómo luchar la guerra por las ideas. Al actuar para bloquear las salvas de instigación terrorista de al Manar, el Tesoro ha defendido a Estados Unidos y otros pueblos libres como si hubiese desarmado a un suicida.
“Hemos hecho el Reich con la propaganda” alardeó alguna vez el líder nazi Joseph Goebbels. Los totalitarios contemporáneos tratan de lograr resultados semejantes. La semana pasada les pusieron esa meta un poquito más lejos de su alcance.