Si algo hemos aprendido del 11 de Septiembre es que no hacer nada mientras que los tiranos y los terroristas maquinan para matar americanos no es una política viable.
Pero, ésa ha sido la política americana por más de 25 años. Cuando los revolucionarios iraníes tomaron nuestra embajada gritando “Muerte a Estados Unidos” nos dijimos a nosotros mismos: “Seguro que no es eso lo que quieren decir”.
Cuando, en 1983, el grupo terrorista Hizbolá, apoyado por Irán, asesino a cientos de soldados americanos en el Líbano, dijimos: “Si nos quitamos del camino, quizá se calmen”.
Después del primer ataque al World Trade Center en 1993, no hicimos nada contra los que nos enviaron terroristas a nuestras costas.
De modo que antes que decidamos que las acciones preventivas han sido un fracaso, reconozcamos lo siguiente: Es que como la alternativa falló, el Presidente Bush llegó a la conclusión que a veces es necesario el uso de la fuerza antes que hayan ataques. No es suficiente que tratemos de castigar a nuestros enemigos después de quitar la sangre de nuestras calles.
La disuasión tampoco es una política realista. No se puede disuadir a alguien que cree que asesinar niños le va a ganar un sitio en el paraíso.
Es fácil llegar a la conclusión que estaríamos mejor si hubiésemos respondido a las amenazas y desafíos de Saddam Hussein con más pasividad continuada. Pero Irak no es prueba de nada. La batalla aún no ha terminado. Puede que ganemos. O puede que nos derroten – igual que pasó en Somalia, Vietnam y otros conflictos cuyos resultados fortalecieron la convicción de nuestros enemigos de que Estados Unidos no tiene voluntad para resistir.
Es decepcionante que la CIA no evaluase con precisión las capacidades de Saddam. Pero hasta los generales de Saddam se quedaron impresionados al enterarse que no tendrían a su disposición el gas nervioso VX.
También sabemos que Saddam intentó volver a llenar sus arsenales. Y sabemos que apoyó y entrenó a terroristas en instalaciones, como Salman Pak, que se clausuraron gracias a las fuerzas militares americanas.
Es fácil decir que si hubiésemos dejado en paz a Saddam, nada malo habría sucedido. Pero ¿dónde está la diferencia entre eso y lo que se dijo por años sobre Osama bin Laden? Sabíamos de sus intenciones. No usamos acciones preventivas. ¿No le gustaría que lo hubiésemos hecho?
Si los americanos han aprendido algo, debería ser esto: Cuando la gente dice que va a tratar de matarle, tómeselo en serio.