Por un momento, concéntrese en el presente. En este momento, hay 3 razones por las que Estados Unidos necesita estar en Irak. La más importante: Luchar contra al-Qaeda, el líder mundial del movimiento islámico militante, el enemigo jurado de Estados Unidos y de la libertad. Donde sea que esté al-Qaeda, allí tienen que estar los americanos también y con armas de uso inmediato. Sin ninguna duda, las unidades más letales de al-Qaeda están en Irak comandadas por Abu Musab al-Zarqawi.
Una segunda razón por la que debemos quedarnos en Irak: Hacer lo que podamos para ayudar a prevenir que la gente de ese país sea nuevamente esclavizada y asesinada por tiranos. Sí que ha sido una misión más difícil de lo que imaginamos, mucho más difícil que sacar a Saddam Hussein del poder. “Sí, en verdad hemos infravalorado la ferocidad y lo despiadados que son los yihadistas en Irak” decía el autor Christopher Hitchens. “¿Dónde, podría preguntar uno, no hemos infravalorado esas fuerzas y su virulencia?
Eso nos lleva a una tercera razón en gran medida implícita por la que debemos quedarnos en Irak: Aprender. Las fuerzas militares de Estados Unidos están exquisitamente equipadas para luchar las guerras del siglo pasado. Derramamos mucha sangre aprendiendo a superar a los tanques alemanes y a los kamikazes japoneses; gastamos mucho dinero en la disuasión de los misiles nucleares soviéticos. Sin embargo y muy inconvenientemente, nuestros enemigos hoy en día luchan con bombas artesanales, terroristas suicidas, cuchillos de carnicero, mentiras y cintas de video. Y usarían armas de destrucción masiva (ADM) si pudieran echarles las manos encima.
Si el ejército de Estados Unidos fracasara dominando el arte y la ciencia de la guerra post moderna en Irak, sólo quedan dos opciones: Aprender en el próximo campo de batalla (¿Jordania, Afganistán, Líbano?) o no molestarse en aprender y más bien acostumbrase al sabor de la retirada y de la derrota.
Por un momento, concéntrese en el pasado, que dicho sea, parece estar cambiando. El retirado General del Cuerpo de Marines Bernard E. Trainor y el reportero de años en el Pentágono Michael R. Gordon informan en el New York Times que los generales de mayor rango en Irak creían que Saddam Hussein conservaba un arsenal de armas de destrucción masiva y se quedaron en estado de shock cuando les informaron que esas armas no estarían disponibles en el caso de una invasión americana.
¿Qué pasó con el gas nervioso VX y el ántrax de Saddam? Bill Tierney, ex inspector de armas de la ONU, que habla árabe y es traductor del FBI, obtuvo 12 horas de conversaciones grabadas a Saddam y que habían sido confiscadas en Irak después de la invasión. El análisis de Tierney es que Saddam sí reconstruyó su arsenal de ADM después de la primera guerra del Golfo, que sí tenía la intención de dárselas a los terroristas para que las usaran contra los americanos pero que en algún momento, echó sus armas químicas a lagos y ríos mientras transportaba las otras existencias a través de la frontera siria.
En otras palabras, Bush no “mintió”. Más bien se fió de lo que el director de la CIA, George Tenet, le decía, que era fijo que Saddam tenía reservas de ADM. Y esa estimación probablemente se basó parcialmente en lo que hasta los generales de Saddam creían que era la verdad.
El domingo es el tercer aniversario de la liberación americana de Irak. Los terroristas de al-Qaeda y los correligionarios de Saddam han desafiado a los americanos en lugares como Faluya y Tal Afar. Los americanos lucharon y ganaron. Los terroristas han bombardeado y decapitado a cientos de civiles. Los americanos han aguantado el tipo. Ahora son las fuerzas antiiraquíes las que están tratando de fomentar una guerra civil, pensando que los americanos no quieren tomar partido por alguien o que no quieren estar entre la espada y la pared.
“Podemos contar con que el enemigo intentará nuevamente” poner a los iraquíes uno contra otro, dijo el Presidente Bush el lunes en comentarios hechos para la Fundación por la Defensa de las Democracias, sito en Washington D.C. “Seguirán sembrando violencia y destrucción diseñadas para detener el nacimiento de un Irak libre y democrático”.
Bush añadió: “Las líneas de batalla en Irak están claramente marcadas para que el mundo entero las vea y no hay término medio. El enemigo saldrá de Irak de una de estas dos formas: Envalentonado o derrotado”.
Por un momento, concéntrese en el futuro: Estados Unidos no se puede dar el lujo de envalentonar nuevamente a sus enemigos tal y como lo hizo en Beirut (1983), Somalia (1993) y en otros lugares en otras instancias. Los americanos no se pueden dar el lujo de abandonar Irak con un Zarqawi en condiciones de reclamar un reconocimiento por esa marcha. La realidad y la percepción deben ser que las fuerzas militares americanas y sus fuerzas de inteligencia han perfeccionado las técnicas necesarias para derrotar a sus enemigos del siglo XXI.
Y mientras que nadie puede garantizar que la libertad y los derechos humanos puedan prevalecer en un Irak unido, la historia debería tomar nota de que los americanos hicieron todo lo que estaba a su alcance para lograr ese resultado.