Dentro de unas semanas, el Primer Ministro israelí Ariel Sharon piensa entregar Gaza a la Autoridad Palestina. Enfurecidas protestas han sacudido Israel. Enfrentamientos a punta de pistola han estallado entre facciones palestinas rivales dentro de Gaza. Y mientras tanto, los terroristas siguen disparando misiles desde Gaza contra Israel.
Y ésta es la parte fácil.
La parte difícil vendrá a mediados de Agosto cuando los soldados israelíes tengan que tocar de puerta en puerta y decirles a esas familias que deben dejar sus hogares. Y también cuando – o si – el presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas haga un esfuerzo serio para establecer la autoridad de su gobierno.
La esperanza es que la “retirada” pueda servir para lanzar un nuevo proceso de paz. Si Abbas toma control de Gaza y se deshace de las células terroristas y las fábricas de misiles, el progreso hacia el establecimiento de un estado palestino que viviese en paz junto a Israel es posible. Pero si, como muchos se temen, Gaza se convierte en un refugio seguro para terroristas bajo el control de Hamas, los soldados israelíes volverán a Gaza y el conflicto árabe-israelí continuará más o menos como ha sido por más de medio siglo.
Israel también ha aceptado evacuar algunos asentamientos al norte de Cisjordania. Pero es muy poco probable que renuncie a mucho más, hasta que y a no ser que el experimento de Gaza resulte ser un éxito.
Asumamos el escenario esperanzador. ¿Qué pasará después? Muchos comentaristas sostienen que tarde o temprano, Israel tendrá que aceptar la retirada a “los límites fronterizos de 1967”. En realidad, ésas son las líneas del armisticio que separaban a los ejércitos israelí y jordano al terminar la guerra árabe-israelí de 1949. Pero esas fronteras no oficiales y no reconocidas resultaron ser inseguras cuando, en 1967, virtualmente todos los vecinos árabes de Isarel trataron de “deshacerse de Israel de una vez por todas” como lo expresó el mariscal de campo egipcio Abdel Hakim Amer.
Sharon ha sorprendido a sus críticos – y enfurecido a muchos en su partido conservador, el Likud—asumiendo verdaderos riesgos por la paz en alianza con sus anteriores enemigos en el partido socialista Laborista. Aún así no es concebible que Sharon deje a Israel más vulnerable que lo que estaba cuando asumió poderes. Será inflexible para que Israel obtenga lo que se le ha prometido: “Fronteras seguras y reconocidas”.
¿Quién hizo esa promesa? La hizo la comunidad internacional, en la resolución 242 de el Consejo de Seguridad de la ONU fechada 22 de Noviembre de 1967—la única base acordada para las negociaciones entre Israel y todos sus vecinos árabes.
La resolución 242 también apela a Israel para que abandone el territorio ocupado durante la guerra de 1967 – pero no la retirada de todos los territorios ya que, por definición, eso dejaría a Israel sin fronteras seguras. Todos los presidentes americanos desde Lyndon Johnson han confirmado este acuerdo de la 242.
Si abandonar toda Cisjordania significase una inseguridad inaceptable, ¿cuánto territorio debe retener Israel para estar razonablemente seguro contra agresiones futuras? Esa pregunta la hace y responde la fundación Centro de Asuntos Públicos de Jerusalem dirigida por Dore Gold, escritor, ex embajador israelí en Estados Unidos y consejero de altos políticos israelíes.
La propuesta de Gold es centrarse en las “exigencias territoriales mínimas” que permitan a Israel defenderse “basándose en una perspectiva militar puramente profesional”. Al mismo tiempo que reconoce que los israelíes tienen intereses nacionales, históricos, culturales y religiosos en Cisjordania –antes conocida como Judea y Samaria—Gold argumenta que la seguridad debe ser para Israel “la prioridad número uno en la toma de decisión de cómo se tenga que dividir el disputado territorio”. Y el objetivo debe ser asegurar la supervivencia de Israel a largo plazo.
Oriente Medio ha cambiado desde 1967 y es posible que una transformación histórica esté desarrollándose – aunque con considerable dolor – en Irak, Líbano, Egipto y otros países de la región. Pero nadie puede predecir confiadamente cómo será cualquiera de estos países dentro de una década o más.
La nueva barrera de seguridad en Cisjordania ha evitado que muchos terroristas suicidas hayan alcanzado sus objetivos. Pero Gold y los estrategas militares que trabajan con él están convencidos que un simple muro no puede contrarrestar todas las amenazas de las que Israel necesita protegerse.
Encontrar la fórmula que dé a Israel fronteras seguras al mismo tiempo que se le da a los palestinos la oportunidad de establecer un estado independiente y viable no es algo imposible – aunque no será facil. Pero nunca funcionará si Sharon pierde la apuesta que está haciendo, si entregando Gaza a la Autoridad Palestina termina poniendo a los israelíes en un mayor peligro que el que sufrían antes de hacer esta importante concesión territorial.