El cuadragésimo aniversario de la Guerra de los Seis Días, acaecida del 5 al 10 de junio, dio pie a un aluvión de retrospectivas en los medios de comunicación. Menos atención se le dará a un aniversario afín: El 19 de junio de 1967, cuando por primera vez los israelíes ofrecieron devolver la mayor parte del territorio que había quedado bajo su control durante ese conflicto.
Es una rareza histórica – por no decir sin precedentes – que una nación renuncie a territorio pagado con su sangre en una guerra defensiva. Por tanto, existía la esperanza de que la audaz oferta de “tierra a cambio de paz” pudiese llevar a la distensión árabe-israelí. Pero en una cumbre celebrada en Jartum en aquel mes de septiembre, los vecinos árabes de Israel anunciaron los “3 no”: No al reconocimiento de Israel, no a las negociaciones con Israel, no a la paz con Israel.
El estado de guerra contra Israel, dijo el presidente egipcio Gamel Abdel Nasser, había estado “vigente desde 1948”, en el momento que nació el Israel moderno de entre la matanza de la Segunda Guerra Mundial, en tierras que los turcos otomanos habían gobernado durante la mayor parte de los 4 siglos pasados. Y continuaría, insinuaron él y los líderes en Jartum, hasta que Israel fuese destruído.
Nasser fue el principal instigador de la guerra de 1967, como el historiador Michael Oren ha demostrado usando fuentes árabes. Un ejemplo: Salal al-Hadidi, presidente de la Corte Suprema, afirmó sin lugar a dudas en el proceso judicial contra oficiales considerados responsables de la derrota de Egipto: “La cúpula política de Egipto llamó a la guerra contra Israel. Claramente provocó a Israel y lo forzó a una confrontación”.
Nasser lo hizo bloqueando a la flota israelí, un acto de la guerra en sí. También ordenó que las fuerzas de pacificación de la ONU se fueran del Sinaí, a lo largo de la frontera occidental de Israel donde habían estado destinados después de la guerra de 1956. Luego desplegó 100.000 tropas egipcias y vehículos blindados en el Sinaí. El 30 de mayo de 1967, Nasser declaró: “Los ejércitos de Egipto, Jordania, Siria y el Líbano están listos en las fronteras de Israel... mientras que nos apoyan los ejércitos de Irak, Argelia, Kuwait, Sudán y toda la nación árabe. Este acto asombrará al mundo. Hoy sabrán que los árabes están listos para la batalla, el momento crucial ha llegado”.
Según la BBC - siempre tendenciosa en lo que se refiere a Israel – todo esto equivalía simplemente a que Nasser “se arriesgaba” a la guerra. La BBC añadía que los motivos de Nasser “aún se siguen debatiendo”. Sólo Dios sabrá por qué. Nasser dijo cándidamente que el fastidio del que intentaba encargarse era la “existencia de Israel”. Prometió que la guerra tendría como resultado la “destrucción de Israel”. Radio El Cairo anunció que Israel sería “liquidado”.
El dictador sirio Hafez Assad – padre del actual dictador, Bachir Assad – prometió “una batalla de aniquilación”. El presidente iraquí Abdul Rahman Aref dijo que se debía aprovechar la oportunidad “para borrar a Israel del mapa... acabar con la ignominia que ha estado entre nosotros desde 1948”. A Ahmed Shukairy, representante de una organización que por entonces recién tenía 3 años, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), se le preguntó qué le sucedería a los israelíes después de la guerra. Y respondió: “Según mis cálculos, no sobrevivirá ninguno de ellos”.
Como respuesta, Israel atacó rápida y contundentemente. La lucha fue intensa, pero en el plazo de seis días, Israel no solamente se había impuesto sino que había ganado lo que muchos analistas militares llamaron fronteras defendibles por primera vez.
Sin embargo, según consta, los israelíes estaban dispuestos, hasta deseosos, de renunciar a lo que habían conquistado con tal de tener un papel con la palabra “paz” escrita en él. “No hablamos como conquistadores sino como socios”, decía esperanzado el ministro israelí Levi Eshkol.
Finalmente, Israel negoció tierra – la vasta Península del Sinaí – con Egipto a cambio de una fría paz. Y hace dos veranos, Israel se retiró de Gaza. Los líderes palestinos tenían la oportunidad de hacer florecer Gaza como nunca antes durante la ocupación -- con nuevos hogares y escuelas, granjas y fábricas. Si hubiesen hecho eso, seguramente Israel también estaría abandonando ahora la mayor parte de la Margen Occidental. En vez, ahora Gaza es más violenta y escuálida que nunca, un lugar desde donde se dispara a diario misiles contra aldeas que están dentro de Israel.
Un informe de la Radio Nacional Pública de Estados Unidos (NPR) sobre el aniversario de la guerra reconoció el hecho que "Israel ya no ocupa el Sinaí o Gaza”, pero dándole el siguiente giro: que “el continuado control sobre los otros territorios bloquea los esfuerzos de traer una paz integral a Oriente Medio”.
No, la obvia verdad, si bien políticamente pasada de moda, es que lo que obstaculiza la paz es lo mismo que hace cuarenta años obstaculizaba la paz: la negativa de los gobernantes árabes y musulmanes a tolerar a un vecino que no es gobernado por árabes o musulmanes; su negación a aceptar la idea de la autodeterminación para los judíos dentro de su antigua patria