¿Qué es lo que Ud., un ciudadano promedio, puede hacer para ayudar a que Estados Unidos se defienda de los terroristas que han jurado destruirnos?
Hay una campaña para acabar con ciertas inversiones que está cobrando fuerza. El Center for Security Policy, un centro de investigaciones con sede en Washington ha organizado esta campaña “Iniciativa para desinvertir en terrorismo” (Divest Terrorism Initiative) para persuadir a los fondos de pensiones, fondos universitarios de donaciones, planes 401(k), administradores de planes de pensiones e inversionistas particulares para que se aseguren de que su dinero no esté siendo usado para apoyar a regímenes que financian el terrorismo.
Los primeros en la lista de prioridades: Irán, Sudán, Siria y Corea del Norte. “Estos países han sido calificados por el gobierno de Estados Unidos como patrocinadores de terrorismo” decía Sarah Steelman, la Tesorera Estatal de
Misuri, el primer estado del país cuyo fondo de pensiones ha retirado sus inversiones de compañías que hacen negocio con patrones terroristas. “Invertir en países ... terroristas no es aceptable para los ciudadanos o los funcionarios públicos de Misuri”.
En Florida, el mes pasado, el Senado del estado aprobó por unanimidad una legislación que conducirá a que se desinviertan 150.000 millones de dólares de los fondos de pensiones puestos en compañías extranjeras que invierten en Sudán e Irán. Los legisladores en California, Ohio, Pensilvania, Nueva Jersey y varios estados más también están intentando que sus fondos de pensiones dejen de invertir dinero en compañías que trabajan estrechamente con aquellos que asesinan a hombres, mujeres y niños inocentes por motivos políticos.
En la actualidad, unos 100 sistemas públicos de pensiones en Estados Unidos tienen unos 200.000 millones de dólares invertidos en compañías públicas que cotizan en bolsa – americanas y extranjeras – y que hacen negocios con patrones terroristas. Cortar el flujo de dinero es algo más que hacer una declaración de principios. Es una forma de presionar a que esos regímenes cambien su conducta y quizá hasta ayude a propulsar su caída.
Sin inversión extranjera, el gobierno de Sudán, responsable del genocidio de muslmanes negros en Darfur, no puede sacar su petróleo del subsuelo.
El petróleo de Irán fluye, pero su producción podría descender abruptamente en los próximos años si cesara la inversión extranjera en tecnología y equipos. Y encima de todo esto, hay compañías extranjeras que ahora venden productos petrolíferos a Teherán – incluyendo alrededor de un 40% de su gasolina y diesel — ya que Irán no tiene refinerías para producirlos por sí mismo. Sin esos combustibles, las carreteras iraníes se convertirían en estacionamientos.
La economía siria es débil y dependiente de Irán. Corea del Norte es un caso perdido en economía cuyos principales productos de exportación son dólares americanos falsos, heroína y tecnología de misiles balísticos.
No hace falta que los inversionistas sacrifiquen una parte de sus carteras para invertir sin ayudar al terrorismo. De hecho, el Missouri Investment Trust generó más dividendos después de desinvertir en compañías con vínculos a regímenes que patrocinan el terrorismo. Y al Roosevelt Investment Group’s Anti-Terror Multi-Cap Fund también le ha ido bien comparado con otros fondos de inversión colectivos.
El congresista Brad Sherman (D-CA) y unos cuantos miembros del Congreso están buscando fórmulas para animar a los americanos a que dejen de invertir en negocios que financian el terrorismo, por ejemplo pasando leyes que permitan a los contribuyentes aplazar el pago del impuesto sobre la plusvalía de cualquier inversión que vendan debido a las conexiones terroristas de una compañía.
“La desinversión debería ser parte de nuestra estrategia para aislar a estos regímenes hasta que abandonen sus impulsos de adquirir armas nucleares y/o por su apoyo al terrorismo” decía Sherman, que preside el Subcomité de No proliferación y Terrorismo en la Cámara de Representantes. “En este momento hay mano libre para que los dólares americanos vayan a parar a los bolsillos de países terroristas. Nuestra labor es impedirlo paso a paso”.
¿Quién podría oponerse a esto? Para empezar, el National Foreign Trade Council, un poderoso grupo de presión. Su presidente, William Reinsch, afirma que las leyes de desinversión son inconstitucionales porque interfieren con la capacidad de los presidentes americanos para dirigir la política exterior.
Steelman, la Tesorera Estatal de Misuri, replica: “No nos compete marcar la política exterior. Solamente estamos implementando la política exterior señalada por el Departamento de Estado” que indica qué países son patrocinadores de terrorismo y que por tanto no deberían ser socios comerciales de Estados Unidos.
La inversión libre de terrorismo no va a acabar por sí misma con los atentados suicidas en Israel, las tramas para volar en pedazos escuelas para niñas en Irak, o los intentos de derribar aviones de pasajeros en vuelos transatlánticos usando zapatos bomba. No acabará con las conspiraciones para matar soldados americanos en Fort Dix. Pero puede jugar un papel importante en una estrategia integral para derrotar a los que libran una guerra terrorista contra Occidente.
Tanto los legisladores como Wall Street pueden ayudar a reclutar inversionistas en la lucha contra los enemigos de Estados Unidos. “Me parece extraño que enviemos a hombres y mujeres, algunos de los cuales dan su vida” dijo Steelman recientemente “y que sin embargo no hayamos usado aún nuestra arma más poderosa, los mercados financieros de Estados Unidos”.