Puede que Hamás no tenga dinero para pagar el sueldo a sus funcionarios y para mejorar los servicios sociales de los palestinos. Pero ¿fondos para pagar sus esfuerzos propagandísticos? Eso, evidentemente, no es un problema. Este mes, la organización terrorista que gobierna Gaza y Cisjordania ha lanzado un canal de televisión por satélite.
El nuevo canal emitirá por Arabsat que es mayoritariamente propiedad del gobierno saudí. Arabsat junto con Nilesat, propiedad del gobierno egipcio, ya distribuyen la programación de Al Manar, la televisión de Hizbolá.
Hamás, Hizbolá y Al Manar han sido oficialmente designadas por el gobierno de Estados Unidos como entidades terroristas. Mientras tanto, el gobierno saudí presenta anuncios en Estados Unidos afirmando ser un “aliado” de Estados Unidos en la Guerra contra el terrorismo. Y el gobierno egipcio se presenta como nuestro amigo árabe moderado, a cambio de miles de millones de dólares en ayuda americana.
La televisión de Hamás se llama “El Faro de Al Aqsa”. Gracias al gobierno saudí, sus emisiones estarán disponibles en todo Oriente Medio, el norte de África y también en Europa. Un alto funcionario de Hamás, Fathi Hammad, fue lo suficientemente cándido como para decir que su misión será cuestionar “la cultura occidental que ha invadido nuestro territorio”.
Si el modelo de Al Aqsa es Al Manar, nos presentará una sucesión imparable de denigración y deshumanización de americanos, israelíes y judíos. También glorificará los atentados suicidas, ayudará al reclutamiento de terroristas, recaudará fondos para las operaciones terroristas e incitará directamente al terrorismo.
¿Por qué está haciendo Hamás todo esto ahora? Una gran posibilidad es que Hamás espere entrar pronto en guerra con Israel, muy probablemente, pero también es posible que sea con Al Fatah, la organización palestina a la que derrotó en las urnas este año.
Durante la reciente guerra en el Líbano, Al Manar ha demostrado ser un arma muy efectiva para Hizbolá. A través de sus emisiones – y con la ayuda de sus proveedores saudí y egipcio por satélite – Hizbolá fue capaz de llevar su mensaje al mundo árabe, a Europa y hasta más allá. Entre esos mensajes: Que Israel estaba atacando a civiles en lugar de a los luchadores de Hizbolá. Ese falsa acusación distrajo la atención del hecho de que Hizbolá estaba usando a cristianos libaneses y a civiles musulmanes como escudos humanos, mientras que también disparaba misiles contra los judíos y musulmanes que coexisten pacíficamente en la norteña ciudad israelí de Haifa.
Hamás quiere tener la misma capacidad de comunicación, especialmente si el conflicto que ha estado cultivando se intensifica. La relación entre Hamás y el líder de Al Fatah, el presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abbas, se ha tornado en cada vez más tensa. El ministro del Interior de Hamás Said Sayam ha acusado a Abbas de planificar un golpe de estado y ha anunciado el despliegue de una nueva fuerza operativa armada en Cisjordania donde el apoyo a Al Fatah es más fuerte que en ningún otro lado. Según se informa, Abbas ha ordenado a las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina que evite ese despliegue.
Al mismo tiempo, el Primer Ministro israelí Ehud Olmert está decidiendo lo que necesita hacer para detener la lluvia de misiles Kassam que cae desde Gaza prácticamente todos los días desde la retirada israelí de ese territorio hace más de un año. También en su lista de cosas por hacer: Bloquear el contrabando de armas a Gaza a través de la ruta Filadelfia y el cruce de Rafah, destrozar los misiles antitanques y los explosivos industriales ya contrabandeados a Gaza y también demoler los túneles que Hamás ha estado construyendo en dirección a la valla de seguridad de Israel.
Además, a los israelíes les gustaría asegurar la liberación del soldado Gilad Shalit, que fue capturado en junio por combatientes de Hamás operando en suelo israelí. Esta semana, el embajador de Israel ante la ONU, Dan Gillerman, acusó a Irán de pagar dinero a Hamás para asegurarse de que Shalit continuase en captividad.
En estas circunstancias, Hamás quiere tener la capacidad de enviar su mensaje manipulador directamente a las audiencias árabes, ganar su simpatía y apoyo, recaudar dinero y quizá reclutar voluntarios. Y quiere usar su televisión por satélite para llegar hasta los hablantes árabes en Europa e incitarlos – por ejemplo en los suburbios de París donde la policía está sufriendo bajas a diario en lo que ellos denominan una “intifada”; en Londres donde funcionarios de seguridad británicos están deseperadamente tratando de seguirle la pista a las células de Al Qaeda que proliferan; en cualquier parte de Europa donde la actividad yihadista está en aumento.
Parece que los europeos están haciendo poco para evitar que los saudíes y egipcios ayuden a Hamás y Hizbolá en su incitación al terrorismo. Por el contrario, no sería sorprendente si pronto – además de fábricas de misiles y almacenes de armas – el ejército israelí se pone como objetivo de ataque los estudios de televisión de Hamás. Y si se desata una guerra civil entre palestinos, no es difícil imaginar que Al Fatah haga lo mismo.